Moncho Fernández suele manejar múltiples combinaciones para el juego interior, entre ellas la de hacer coincidir en pista a los dos «cincos», Oriol y Muscala
19 feb 2014 . Actualizado a las 12:56 h.Desde la llegada de Moncho Fernández al Obradoiro, la versatilidad de los jugadores interiores es poco menos que un dogma a la hora de confeccionar el equipo. Esa polivalencia admite varias mezclas y permite, en situaciones como la generada tras la marcha de Minnerath, que la búsqueda de su relevo no se tuviese que circunscribir a un perfil cerrado. Tanto encajaba un cuatro como un cinco, o un jugador intermedio, como es el caso del que ha recalado en Sar, Kaspars Berzins.
Hace tres años, cuando Stephane Lasme llegó a Lavacolla por vez primera, al ser preguntado respecto a si se veía como el cinco del equipo, puso gesto de sorpresa y añadió: «¿Con esta altura (2,03 metros)?» Incluso hubo cierto debate entre la afición con el paso de las jornadas sobre el particular. Su capacidad de intimidación y su actividad defensiva le valieron un gran contrato con el Panathinaikos. Y aquel curso tanto se le podía ver al lado de un cuatro como Hopkins, de un versátil como Kendall o un cinco como Oriol que, llegado al caso, también puede jugar lejos del aro.
El precedente Kendall
Un año antes, en la rueda de prensa de presentación de Levon Kendall, el canadiense respondió, ya en español y sin necesidad de que le tradujesen, al ser inquirido sobre si era un cuatro o un cinco: «Un cuatro y medio».
El canadiense llegó siendo más un cuatro, y se fue manejándose bien como un cinco. Tanto combinaba con Salah Mejri u Oriol como lo hacía, con mucha frecuencia, con Robbie Hummel, probablemente un cuatro que era más un tres y medio.
En esta temporada la apuesta por Minnerath no dio los resultados esperados. Sin embargo, a la par que el pívot americano fue perdiendo protagonismo, hasta llegar a un acuerdo para cambiar de aires, crecieron los minutos de los teóricos cincos del equipo, Muscala y Oriol Junyent, compartiendo pista. Los dos pueden alejarse del aro e intercambiar sus posiciones, y los números dicen que saben complementarse sin estorbarse.
La semana pasada, antes de viajar a Manresa, Gonzalo Rodríguez, ayudante de Moncho Fernández, apuntaba que «el Obradoiro es, junto con el Barça, el equipo que más construye su baloncesto de dentro hacia fuera». Y esa propuesta requiere, más que pívots especialistas en un aspecto del juego, pívots notables en el manejo de diferentes recursos: aceptables en el poste bajo, y en el alto, y en el pase, y en el tiro... Y, por supuesto, es condición sine qua nom que no se desentiendan de la defensa. También deben de ser notables en la toma de decisiones, sobre todo en saber leer dónde hay que aprovechar las ventajas.