Las imprecisiones dominaron un duelo intenso en el Santiago Bernabéu
24 mar 2014 . Actualizado a las 14:02 h.Vistoso para el espectador y trepidante por los vaivenes en el marcador, el clásico de ayer representó el partido que a ningún entrenador le habría gustado ver. Síntoma de dos equipos en transición, uno lucha por recuperar la intensidad y el estilo que los elevó a la cima del fútbol y otro por encontrar un modelo que aúne resultados y estética con el balón. En ese proceso se cruzaron ayer sus caminos en el Bernabéu y lo que acabaron dibujando sobre el césped fue una pachanga de patio de colegio.
Las defensas
Autopistas por los dos carriles
En un duelo enloquecido, solo hubo disciplina cuando la expulsión de Ramos obligó al Madrid a guarecerse. Llegó el orden y el Barça recuperó el toque que tanto le gusta. Antes, las dos defensas hicieron abundante agua por los laterales. Messi visualizó uno de estos huecos para abrir el marcador. Bale contemplaba la escena desde la distancia. Ninguno de los dos extremos -ni Cristiano ni el galés- se empeñó para taponar las superioridades numéricas.
Pero en el Barça tampoco las cosas iban mucho mejor. Di María deshizo a Alves para suministrar centros a Benzema, una pesadilla para la retaguardia culé mientras permaneció en el campo. Con algo más de acierto en sus remates a portería, el francés pudo acabar el choque con otros tantos en su cuenta particular.
El centro del campo
Más errores que en el pasado
Martino apostó, como era esperado, en el Bernabéu por arropar a Messi y Neymar con Fabregas, Iniesta, Xavi y Busquets. Es la alineación que le ha funcionado en las grandes ocasiones y sus jugadores no le defraudaron, se adueñaron de la posesión una vez más. Pero quizás no con la velocidad de antaño y cometiendo más imprecisiones de las que acostumbraban, lo que propiciaba las arrancadas del Madrid, que se convirtiese en un enfrentamiento descosido.
Las figuras
Messi, de nuevo decisivo
El argentino entró poco en contacto con el esférico, pero tampoco lo necesitó. Cuando lo hizo, exhibió el porqué de su condición del hombre más desequilibrante del planeta. El envío a Iniesta del primer gol y la resolución del segundo, para enmarcar. De Cristiano se esperaba mucho más. Le había cogido el pulso a los clásicos, pero esta vez no fue capaz de desbordar. En cuanto a Neymar y a Bale, cada minuto que pasan a ras de hierba es un minuto en el que se echa de menos a Pedro, Alexis o Jesé.
Alta Intensidad
Derroche físico difícil de igualar
Lo que sí que no se le puede reprochar ni al Madrid ni al Barcelona fue su entrega. El ritmo al galope en el que se sumergieron desde el primer minuto solo cesó con el pitido final. El instante en el que los culés festejaron que, pese a lo que muchos insinuaban, su ciclo aún está vivo.