El entrenador argentino renuncia de común acuerdo con el club al año que le quedaba
18 may 2014 . Actualizado a las 00:04 h.Gerardo Tata Martino, el entrenador del Barcelona, ha anunciado que deja el equipo blaugrana pese a tener firmado otro año más de contrato, y ha argumentado que lamenta no haber logrado los objetivos. «Lo que quería era comunicar que de común acuerdo con el club hemos dejado de ser entrenadores del Barcelona. Expresarles que es independientemente del partido. Agradecer a todos», manifestó en una comparecencia tras dejar escapar la Liga BBVA con el empate en el Camp Nou ante el Atlético de Madrid (1-1).
Acompañado por el director deportivo, Andoni Zubizarreta, Martino confirmó lo que era un secreto a voces y deja sitio para la llegada de Luis Enrique, que negoció ya con Zubizarreta su incorporación al Barça mientras el equipo azulgrana todavía apuraba sus opciones de título. El asturiano confirmó el viernes que no seguirá en el Celta, aunque se negó a anunciar su destino.
Martino llegó al equipo el pasado verano, en julio del 2013, para sustituir de urgencia a un Tito Vilanova que tuvo que dejar la nave blaugrana para luchar contra el cáncer que padecía y que acabó con su vida el pasado mes de abril. Pese a ganar la Supercopa de España, Martino no ha podido ganar ningún título grande y ha optado por dejar el banquillo, en la que era su primera aventura en Europa.
Tras perder la Liga en casa y ante el Atlético, Martino se ha despedido. Emocionado, el Tata se ha disculpado ante la afición por no haber logrado los objetivos marcados. «Ha sido un enorme orgullo dirigir a estos futbolistas», ha dicho tras el partido acompañado por el presidente, Josep Maria Bartomeu, y el director técnico, Andoni Zubizarreta. «Quiero agradecerle al club, al presidente, a Zubi, y a Sandro (Rosell) por haber confiado en mi. Lamento no haber ayudado a los muchachos», se ha despedido el argentino.
«Lamento profundamente no haber alcanzado los objetivos que el club había trazado en el inicio de temporada», ha proseguido un visiblemente emocionado Martino, quien ha felicitado al Atlético de Madrid por el título de Liga que «hemos intentado hasta el final, con mucha dignidad», ha destacado. Martino resaltó las grandes cualidades «futbolísticas» y, sobre todo, «humanas» de la plantilla azulgrana: «El club no solo tiene un gran patrimonio deportivo, también lo tiene en cuanto calidad humana y eso es lo que nos llevamos», dijo el argentino
«Les admirábamos cuando llegamos, les seguimos admirando y les seguiremos admirando. Son grandes deportistas y grandes personas», ha añadido. Ha pedido disculpas Martino a la afición por no haber «logrado los objetivos» y ha agregado que ha sido «un enorme orgullo dirigir a una institución como el Barça.
Devorado por el entorno
Martino llegó diciendo que aterrizar en el Barcelona era un regalo, el sueño de cualquier entrenador y, nueve meses después, se va hastiado y reconociendo que no merece una segunda oportunidad tras fracasar en su intento de sacar el máximo rendimiento a un grupo aburrido de sí mismo y emborrachado de éxito. Al Tata no ha hecho falta echarle. Él ya tenía claro, desde hace semanas, que no encaja en un club donde el rectángulo de juego solo es una más de sus doscientas trincheras.
La recaída de Tito Vilanova le llevó ilusionado a la capital catalana de la mano de un presidente, Sandro Rosell, que salió huyendo de la entidad en cuanto la Audiencia Nacional lo puso en el punto de mira por la opacidad en el fichaje de Neymar. Martino heredó, contra su voluntad, el cuerpo técnico del entrenador saliente, convirtiendo ese vestuario en una especie de camarote de los hermanos Marx en el que podían contarse más jefes que indios. Y se encontró, de la noche a la mañana, respondiendo en la sala de prensa a extrañas preguntas sobre dimisiones de dirigentes, comisiones de padres-representantes y sanciones de la FIFA.
Una tarde, en Vallecas, su equipo le metió cuatro al Rayo, y en los días siguientes, se le puso en la picota porque el Barça había perdido la posesión en aquel partido. A partir de ahí ya no entendió nada. La historia del Tata Martino en el Barcelona es la de un hombre devorado por el entorno del club y por la aureola de unos jugadores a los que decidió dirigir desde la admiración después de verlos por la tele ganarlo todo durante años.
Si hubiera impuesto la personalidad que se le intuyó al principio de curso, cuando sus propuestas parecían dejar intuir un interesante evolución del estilo, quizá el desenlace de la temporada hubiera sido otro, pero se rindió demasiado pronto.
Su incapacidad para cambiar el destino de los partidos y el suyo propio dentro de la entidad, y su visión cortoplacista de lo que debe ser un equipo le condenaron. Y solo su buena relación con los jugadores, cómodos con su talante humilde y conciliador desde el primer día, le han permitido agotar el curso pese a sentirse permanentemente cuestionado.
Martino se va triste, porque lo que imaginó que sería el Barça no tiene nada que ver con lo que es. Porque su llegada coincidió con el peor Messi y el peor Xavi, con los lesionados Valdés y Puyol, otros dos pesos pesados del vestuario, a punto de decir adiós, y con el resto de la plantilla con la panza llena de títulos. Al Tata, acostumbrado a las intrascendentes tertulias de bar con sus amigos rosarinos de toda la vida, las crisis semanales del Barcelona le sacan de quicio.