Ángel di maría, el señor del tercer tiempo

Xosé Ramón Castro
x. r. castro REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

EDDIE KEOGH

Marcó el gol en la prórroga, tras ser decisivo en el añadido de la final de Champions

02 jul 2014 . Actualizado a las 12:33 h.

El partido de Ángel Di María. Escorado a la derecha en un nuevo sistema que Alejandro Sabella se sacó de la chistera. Allí emergió el Fideo, un especialista en prórrogas. El hombre que se crece cuando la gasolina de los rivales se acaba. «Di María parecía que corría cada vez más con el paso de los minutos, se volvía más incisivo», reconocía Sabella, el seleccionador, sobre el rendimiento del goleador.

Salvo durante un período de adaptación a la derecha, en realidad fue el hombre del partido de principio a fin. Basta con mirar las 125 veces que entró en contacto con el balón a lo largo del envite. A medida que el encuentro crecía, Di María ampliaba su profundidad, visitaba más la línea de fondo y se inventaba centros. Y oportunidades. De hecho, la mejor parada de Benaglio fue a un disparo suyo.

Pero el Fideo huele la sangre en momentos de máxima efervescencia. Se ha convertido en los últimos tiempos en un especialista en las prórrogas. Hace poco más de un mes para desequilibrar la final de la Champions ante el rival madrileño. Una progresión espectacular suya por la banda acabó con un gol de Bale que derrumbó al Atlético. Ayer fue Suiza su víctima. En donde otros piden tiempo, él reclama el balón: «Estaba con ganas de hacer uno. Y se me dio», se limitó a decir después de llevar a su selección a los cuartos del final, aunque también desveló la dedicatoria: ««Lo quería (el gol) y más para mi mujer y mi hija que están haciéndome el aguante todos los días».

El madridista, al menos por el momento, fue la imagen del sufrimiento de la albiceleste en un partido agónico: «Sabíamos que podía pasar esto, pero dejamos el alma dentro de la cancha y dimos la vida en cada pelota. Hicimos las cosas muy bien. Nunca nos desesperamos y merecimos la victoria», comentó Di María a los medios de su país.

Un intocable reconvertido

Di María siempre ha sido un intocable para Sabella, que lo retrasó para utilizarlo en el trivote cuando en sus orígenes balompédicos se situaba unos metros más adelante. Cuando había sido campeón del Mundo en categoría sub-20 en Canadá en el 2007, su principal galardón con la albiceleste hasta que en Pekín, pudo saborear un oro olímpico, un logro al alcance de muy pocos en el mundo del fútbol.

El colosal encuentro del rosarino también demuestra que Argentina va más allá de Messi. Desactivado durante muchos minutos su paisano, Di María fue quien tiró del equipo en los momentos más delicados. Ese papel estelar le corresponderá de nuevo el próximo sábado en el partido de cuartos del final. «Hay que seguir de esta manera, dejando la vida. Hicimos un gran esfuerzo. Ahora tenemos cuatro días para descansar», esbozó a modo de primera aproximación al partido más importante de su vida con la absoluta. Di María llegó a Brasil con el objetivo de levantar la Copa y por el momento, con su empuje, está más cerca de conseguirlo. Ayer, acaparó las portadas y los minutos de radio de un país que vive el fútbol como algún único. Igual que el Fideo cuando simula un corazón.