El portero de Argentina, decisivo en la tanda, no juega en el Mónaco
10 jul 2014 . Actualizado a las 15:54 h.El fútbol guarda giros inesperados. De los ocho goles en 90 minutos de Belo Horizonte se pasa al partido soporífero de Sao Paulo. Y en una tarde con Messi, Agüero, Higuaín, Robben, Sneijder y Robben en el cartel, decide el portero suplente del Mónaco, Sergio Romero. Paró dos penaltis, a Vlaar y Sneijder, y lleva a Argentina a su primera final desde 1990.
Prohibido fallar
Pases cómodos, envíos en largo y pocas llegadas
El miedo goleó a la ambición durante 120 minutos. Nadie quería perder, por lo que nadie podía ganar. A quien les hubiese visto en Brasil, no les sorprendió el sopor de Sao Paulo. Holanda se entregó a los pases horizontales, solo avanzó cuando no había rivales a la vista y, cada cierto tiempo, lanzaba a sus tres jugadores de ataque. Y Argentina tampoco iba a buscar al rival, así que se convormaba con algún contragolpe y poco más.
Individualidades
Messi y Van Persie, muy vigilados
Juega tan vigilado y tales son las precauciones de su propia selección que cuesta pensar en un partido espectacular de Messi en un Mundial. Empezó ayer, encima, sin dos de sus mejores socios, Di María y Agüero, que entró muy tarde. El resultado fue su irrelevancia. Holanda también añoró ayer a sus tres jugones. Y su bagaje ofensivo depende de Sneijder, Robben y Van Persie en un altísimo porcentaje. El punta del Manchester United tuvo que aceptar melón como centro para fabricarse una chilena a un cuarto de hora del final. Robben dio alguna carrera interesante en la prórroga, aprovechando que estaba aún fresco ante rivales desgastados de correr, chocar y sufrir en el centro del campo.
Secundarios
La pelota para De Vrij, Mascherano, Kuyt...
No fue el partido de los solistas, sino de los músicos de acompañamiento. El balón pasó una y otra vez por jugadores como De Vrij y Kuyt cuando atacaba Holanda, uno para lanzar en largo, otro arrancando como carrilero y pegándose con todos. Argentina bailó al son de Mascherano, casi siempre incrustado entre los centrales para iniciar cada ataque.
Interrupciones
Un partido canchero
¡Cuánto daño hacen dos selecciones broncas dirigidas por un árbitro permisivo! El partido se atascó en un juego de tarascadas, pillerías, codazos y golpes a destiempo. Pero el colegiado solo sacó tres tarjetas, barra libre para seguir dando leña.