En el Barcelona de Guardiola Messi fue el jugador más determinante del mundo y hay quien sospecha que una de las razones por las que el ahora técnico del Bayern de Múnich decidió poner punto y final a su etapa como entrenador en el Barça tiene mucho que ver con el extraño declinar del juego de La Pulga. Dicen que lo veía venir y prefirió no lidiar ese toro.
Curiosamente, por aquel entonces le echaban en cara en su país que no planease con la camiseta albiceleste igual de majestuoso que con la azulgrana. Y, ahora que vuela bajo, la hinchada argentina parece haber redoblado la fe en un jugador que está muy lejos de ser lo que fue. Son esas extrañas paradojas que anidan en el fútbol. La Argentina de Messi está en la final y, hasta la fecha, no se puede decir que gracias a La Pulga, como pudo ser el caso de la selección de Maradona en México 86.
No es fácil adivinar si Messi, como la princesa de la Sonatina de Rubén Darío, está triste. Porque nunca ha sido un tipo especialmente expresivo en el uso de la palabra o en el lenguaje de los gestos. Otra cosa era con el balón en los pies. En ese discurso no había quien le robase la iniciativa. En el Barça de Guardiola todos corrían hacia delante y hacia atrás, como un acordeón. Incluida La Pulga, que colaboraba en la presión y ponía una velocidad inalcanzable para los demás en cuanto le llegaba el esférico.
Sabella ha optado por otro modelo, por convertirlo en epicentro de su colectivo y darle libertad absoluta, incluso para desentenderse de las tareas más sudorosas. Frente a Holanda, Messi apenas se movió sin balón. En ocasiones, daba la sensación de que solo le faltaba meter las manos en los bolsillos de los pantalones, si los tuviesen. Está recibiendo menos balones que nunca, porque no los busca, los espera. Y, cuando le llegan, no termina de desbordar ni de sembrar el pánico como era costumbre. Lo hacía tan a menudo que convirtió lo excepcional en algo ordinario. Pero la Pulga ha perdido esa chispa. De repente es uno más. Los rivales todavía recelan, pero más por el miedo a que despierte y vuelva el futbolista de ensueño.