Póker gallego en Finlandia

M. V. F. VIGO / LA VOZ

DEPORTES

Pablo Couñago lidera una colonia de cuatro jugadores y un técnico en el Honka

22 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El futbolista redondelano Pablo Couñago se sentía feliz en su regreso a su casa, el Choco, tras años de experiencias internacionales. A sus 35, no le atraía la idea de volver a salir. Pero una llamada de su excompañero finlandés Shefki Kuqi (con quien coincidió en Ipswich) cambió todo. Su amigo, convertido en entrenador del Honka de su país, le pidió que se sumara al proyecto. Couñago dijo sí y ese fue el germen de que el club cuente ahora con cinco gallegos dispuestos a revolucionarlo.

De la mano de Couñago llegaron en mayo Caloi y Yeray (Choco) y en los últimos días se han sumado Martín Fernández (Barbadás) y el técnico José Luis Riveiro, del juvenil B del Celta. Su objetivo es dar un salto de calidad a un fútbol cuya máxima categoría, en la que milita el Honka, está a años luz del español.

«Isto é fútbol profesional, pero o nivel é como o dun Segunda B ou Terceira. Hai moita marxe de mellora», explica un Couñago al que no fue fácil convencer para emprender la aventura, pero que hoy se muestra «encantado» en Finlandia, pese a no haber podido debutar por una lesión.

A su llegada, Caloi, Yeray y él tuvieron problemas con el transfer, pero solucionado el trámite, los demás ya se han ido estrenando y percibiendo las diferencias con lo que conocían. «Noto mucho cambio en la presión. Y a la hora de defender, que no encaran», comenta Fernández, que aterrizó la semana pasada.

También a Caloi le ha llamado la atención el planteamiento del fútbol de élite finlandés. «Hay muchas carencias tácticas y apenas se trabaja. La gente sale a jugar sin preocuparse de eso, lo que provoca cierto descontrol».

Sobre el técnico José Luis Riveiro recaerá en buena parte la tarea de mejorar esa faceta. «Aquí hay dos cabezas visibles que comparten responsabilidades y que somos Shefki Kuqi y yo. Los chicos me han recibido muy bien, ansiosos por conocer una nueva forma de trabajo».

Al entrenador, como a los cuatro futbolistas, le tiró saber que se encontraría con otros gallegos. «Vengo del fútbol regional y los conocía a todos. Cuando aceptas un trabajo a 4.000 kilómetros, con otra lengua y un desconocimiento de la liga a la que llegas, es importante tener gente cercana que te va a apoyar».

El finés, «imposible»

Ser cuatro les ayuda a superar la morriña y los problemas con el idioma. «El finés es imposible. Aprendí cuatro palabras por educación, pero por suerte todos hablan inglés», dice Caloi. Mejorar el idioma es otro de los retos, pero mientras Couñago les echa una mano. Con todo. «Le tienen muchísimo respeto por lo que ha vivido en el mundo del fútbol», subraya Caloi.

El día a día, apunta Yeray, es «similar», aunque existe «una mayor estructura y más medios y comodidades» que en Galicia. La prensa y la afición son asignaturas pendientes. «Aquí a atención ao fútbol concéntrase na fin de semana. Non hai medios deportivos e o día do partido si vai xente, pero é máis fría, sen esa paixón de España», comenta Couñago.

Más allá del fútbol, se han encontrado una ciudad tranquila, con muchos sitios para pasear -cosa que agradecen los dos niños de Pablo, el único que se ha marchado con su familia- y gente muy agradable. Temen al invierno finlandés, «que ya empieza a amenazar en agosto», confiesa Riveiro. No obstante, su Liga concluye el 27 de octubre. Ahí volverán a casa con la idea de regresar a Finlandia para la próxima temporada, en enero. Porque aseguran que no están de paso.