Los seis pecados de Orenga

Manuel Blanco REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

La falta de reacción por lo que ocurría en la cancha ante Francia y su obstinación en realizar una gestión política de su plantilla influyeron de forma decisiva en la eliminación de España en cuartos

12 sep 2014 . Actualizado a las 15:55 h.

Los análisis, por definición, se hacen en frío. Los de un partido de baloncesto, un deporte extraordinariamente complejo en lo táctico por la gran cantidad de variables que influyen en el juego, aún más. Requieren de una digestión lenta. En el caso de la la eliminación de España ante Francia en los cuartos de final del Mundial, el diagnóstico apunta cada vez más en una única dirección: Juan Antonio Orenga. Es evidente que el seleccionador no es el único culpable de la derrota, al fin y al cabo el entrenador no juega, pero su inoperancia en la dirección, su falta de diligencia para buscar soluciones ante la debacle que millones de aficionados veían en la cancha, acabó resultando decisiva. Estos son algunos de los pecados que cometió en la noche más negra de la historia del básket español.

Una gestión política de su plantilla

Ha sido, quizás, el mayor error de Juan Antonio Orenga. Y quedó claro desde la primera fase. Es evidente que un grupo como el de España, con doce jugadores de primer nivel, necesita de alguien que tenga capacidad de conciliar egos, de evitar que los intereses individuales estropeen los colectivos, pero lo prioritario, lo único que de verdad importa, es que el equipo gane. Desde la fase de grupos en Granada, quedó claro que el seleccionador intentaría contentar, sobre todo, a las principales estrellas de su plantilla. Haber condenado al ostracismo a algunos de sus efectivos, caso de Felipe Reyes, Abrines o Claver, le privó de argumentos que podrían haber sido de utilidad a la hora de la verdad. El caso del pívot del Real Madrid es especialmente significativo.

La obsesión con Marc y Sergio

El partido ante Francia retrató a Orenga por su obstinación e incapacidad de buscar soluciones. Y perjudicó especialmente a dos jugadores: Marc Gasol y Sergio Rodríguez. El pívot de los Memphis Grizzlies es un fuera de serie, un superclase llamado a liderar a la selección cuando su hermano Pau y Juan Carlos Navarro se retiren, pero ante los galos estuvo mal. Muy mal. Llevaba tres días fuera de la concentración por el nacimiento de su primera y hija, y la ausencia le pesó. Cualquiera que haya sido padre primerizo entenderá los nervios y la tensión que acababa de vivir el mediano de los Gasol. El seleccionador, aún así, se empeñó en mantenerlo en cancha cuando tenía a dos bestias como Ibaka y Felipe Reyes en el banquillo. Gobert, Lauvergne y Pietrus se aprovecharon del regalo de Orenga y destrozaron a España en la pintura.

En el caso de Sergio Rodríguez, durante todo el torneo quedó claro que estaba fuera de forma. No hizo ni un partido bueno. El Chacho ha sido el mejor jugador de la Euroliga este año, es un genio, pero todo el que lo conoce sabe que necesita estar en onda para brillar. Si no es así, baja muchos enteros. En el partido ante Francia, estuvo bloqueado. Su tercer cuarto fue horrible. Orenga insistió con él cuando tenía a Calderón deseando tomar el timón del equipo. El base extremeño, al que el técnico situó como escolta un día tras otro, se echaba las manos a la cabeza por ello.

¿Ibaka tirador?

Serge Ibaka tiene el mejor físico del Mundial de España. Ni el alabado Keneth Faried tiene el tamaño, la potencia de salto y fuerza del congoleño. Sin embargo, en el encuentro de cuartos, jugó una y otra vez a cinco metros del aro, esto es, a kilómetros de distancia de donde es un jugador temible. Verlo tirar de tres puntos una vez tras otra resultaba frustrante. Serge tiene buena mano, pero esa no es, ni de lejos, su mayor virtud. Al alejarlo del aro, España perdió influencia en el rebote de ataque, una fuente jugosa de puntos hasta el partido ante Francia. Parece evidente que alguien le ordenó a Ibaka que jugase abierto, seguramente con la misión de crear espacios para Pau Gasol. Quien lo hizo se equivocó.

Pau, al ataque

Durante muchos minutos del partido, la única opción de España en ataque era darle balones a Pau en la pintura. El pívot de los Bulls entrará algún día en el Salón de la Fama, pero tiene 34 años, arrastraba alguna molestia en el abductor y Orenga apenas le dio descanso. Como resultado de todo ello, llegó al último cuarto fundido. Gobert, un zagal largo como un día sin pan con la energía de un velociraptor, logró detenerlo en los últimos minutos, cuando se cortaba el bacalao. Orenga no tenía nada preparado ante algo tan previsible como que la defensa francesa se cerrase para deterner al mayor de los Gasol. Inexplicable.

¿Y si improvisamos?

El baloncesto es un juego en el que a veces, las sorpresas, te procuran muchas satisfacciones. Orenga no se salió del guión ni una vez en el duelo de cuartos de final. En la tribuna de medios, a la vista del horrible porcentaje de tiro de España desde 6,75, eran muchos los profesionales y técnicos que especulaban con darle unos minutos a Abrines. El alero del Barça está un poco tierno, cierto, pero si algo tiene es una muñeca de seda y un físico tremendo. El horrible 2 de 22 desde tres puntos hubiese aconsejado darle una oportunidad, algunos minutos en el segundo cuarto o el tercero para intentar sorprender a los franceses. Para buscar algo distinto. Orenga, sin embargo, trató a Abrines y al NBA Víctor Claver como júniors que han de conformarse con estar en el banquillo.

Sito, ¿donde estás?

Sito Alonso pasa por ser uno de los mejores entrenadores jóvenes de la ACB. La Federación lo fichó como asistente de Orenga para este Mundial, en lo que muchos especialistas identificaron como un intento de reforzar el bagaje táctico del cuerpo técnico. A la hora de la verdad, su influencia en el juego de España fue menor. Por no decir inexistente. Orenga, según cuentan en el entorno del equipo, se apoyó más en su otro asistente, Jenaro Díaz, despreciando en cierto modo las ideas y planteamientos de Alonso.