Tensión en el estadio en el segundo partido con Marathon Inferior, la grada de los Riazor Blues, cerrada
07 dic 2014 . Actualizado a las 09:49 h.Una noche de invierno oscura y húmeda en A Coruña, con el agua goteando del cielo sin descanso. Y una pancarta presidiendo la grada de Maratón Inferior, clausurada por segundo partido consecutivo y en la que habitualmente se ubicaban los Riazor Blues. «Real Club Deportivo #Contra A Violencia. Riazor, 100?% Fútbol». Letras en blanco sobre un fondo azul. Y eso fue lo que ocurrió ayer en el estadio del Dépor. Solo fútbol.
Y tensión. Desde la entrada al campo de los aficionados, que, pese a la persistente lluvia y el intenso viento que congelaban los asientos, acudieron en gran número a la cita, hasta la salida al césped de los jugadores, con silbidos para los visitantes y calor para los locales -solo Víctor Fernández se llevó la protesta de la hinchada blanquiazul-. Y luego hubo rabia. La de una atronadora pitada. Ruido contra todo. Contra la violencia, las derrotas y también contra el presidente del consejo de administración, Tino Fernández, ... y que acabó cubriendo la música de la megafonía, que retumbó a todo trapo hasta dos segundos antes de que el árbitro decidiese que, pese a todo -o quizás por todo-, el partido debía comenzar.
Y acabó la música y volvió el plebiscito al que ayer se sometió Tino Fernández, uno de los protagonistas de la noche, sin duda, al que se pasó factura duramente por su medida de cerrar la grada en la que habitualmente se ubican los Riazor Blues. En cualquier caso, nada nuevo para un presidente de un equipo de fútbol que se ve en puestos de descenso.
Pero a partir del minuto cinco, Riazor empezó a olvidarse del palco para regresar al césped, para vibrar con sus jugadores, para animar cada esprint de Juanfran por la banda, cada arreón de Cavaleiro... Pero fue José Rodríguez quien terminó de enganchar a la grada con el juego. Una internada por el centro a dos toques arrancó los primeros aplausos y entonces el estadio volvió a reconocerse. Y ya no hacía tanto frío y el día parecía de un negro menos intenso que cuando a las diez de la noche el balón se había puesto a rodar por el verde del coliseo coruñés.
Y llegó el gol del Málaga y luego el descanso y con él, el reposo. Salió en la segunda mitad con más brío el equipo y también se entonó el estadio. Quería animar, animar con la fuerza que acostumbra, la de una de las mejores aficiones de España. La tuvo Cavaleiro. ¡Al palo! Y más pitos para Kameni y cada vez con más intensidad. Y a Postiga y Medunjanin cuando Víctor los mandó al banquillo. Y Tino dimisión, Tino dimisión,...
En Riazor, 100 % fútbol.