Cuando la preocupación invade a la parroquia rojiblanca ante la tambaleante marcha del Lugo en la Liga Adelante (mañana tiene una prueba de fuego ante el líder para reencontrarse con un triunfo que se hace esperar demasiado), la situación institucional ha dado un giro de 180 grados y ha sumido a la afición en una ceremonia de confusión. Incluso en el devenir del propio club. Y no exagero. Tal y como se han precipitado los últimos acontecimientos en la adjudicación y venta del paquete accionarial adquirido por Diputación y Concello, ahora mismo la situación parece definida hacia el nuevo hombre fuerte y adjudicatario mayoritario (58%) prácticamente del accionariado, Tino Saqués, como nuevo dueño del Lugo. La retirada de Gerard López parece definitiva, empujado por la decepción del desarrollo del proceso y las numerosas irregularidades con las que se encontró en el camino. Y esa noticia ha producido una gran decepción en la masa social, ilusionada con el desembarco del luxemburgués y que veía en el mismo una garantía de futuro más halagüeño para el club.
Todo ha partido de la chapucera convocatoria y las oscurantistas bases de la misma. El único candidato inicial y oficialista elegido por la propia junta directiva rojiblanca, el empresario luxemburgués Gerard López, con raíces en Riotorto, y dueño de la escudería Lotus, presentó en tiempo y forma su candidatura a título personal. Y como una de sus condiciones planteó desde el primer momento la compra en tres plazos, debidamente avalados. Nada se le dijo, al parecer, en un principio sobre las formas de pago, y la sorpresa saltó cuando, una vez agotado el primer plazo sin haber más candidaturas que la suya, se le denegó la adquisición por no ser al contado. Primera irregularidad: ¿por qué no se le advirtió en alguna de las bases del concurso, y se dejó para el final? Es más, la propia Diputación autorizó días después la compra a plazos. Primero, no; después, sí. ¿En qué quedamos y qué formalidad es esta?. A continuación se abre un nuevo concurso y el consiguiente plazo para la misma venta. Y el último día del plazo, a través de Correos, se presenta un segundo candidato, que, sin embargo, acude sabedor de la propuesta de Gerard, sin que se sepa la suya. Jugando con esa ventaja (al menos moralmente me parece una indecencia), el señor Saqués puja más alto y se lleva con facilidad la parte más importante del concurso: la dineraria. Quedando la última (el proyecto deportivo) como una mera anécdota ante la ventaja adquirida por el señor Saqués.
Finalmente, Gerard López pensó impugnar el concurso, incluso judicialmente, pero acabó por desistir. Decepcionado, según dicen, por el propio trato de las autoridades responsables de esta macro operación. A partir de ahí, el único perjudicado es el propio Lugo, desestabilizado por estos hechos. La afición parece indignada con Saqués, pero, además, parece inevitable el cisma creado por la incompetencia de unos en la convocatoria y la comparecencia de otro con ese oscurantismo oportunista. Precisamente, cuando el señor Saqués había censurado que el club pasase a manos de un solo accionista, él eligió ese mismo camino y obtuvo el mismo resultado, al menos en unas formas ventajosas poco académicas.