Su gol en San Mamés, el primero en Liga lejos del Camp Nou, premia su enorme trabajo y eleva todavía más las expectativas de un equipo que disfruta del gran momento de Messi y Neymar
09 feb 2015 . Actualizado a las 18:11 h.Cerca de 20 ocasiones de gol ante el Athletic para los que pronosticaron que no funcionaría colocar tantos gallos como Messi, Neymar y Luis Suárez en un mismo gallinero. Un 2-5 espectacular para los que siguen añorando más control del juego y ceder menos ocasiones, quizás los mismos que antes se quejaban de que el Barça no supiera cerrar partidos que ganaba 0-1 y que le acababan empatando. A un punto del Real Madrid en la Liga para los que enterraron (eso sí fue unánime) el proyecto de Luis Enrique tras la derrota de hace un mes en Anoeta. Nueve victorias seguidas entre Liga y Copa para los que incluso en medio de esta buena racha siguen viendo al Barça poco fiable. Luis Enrique avisa que no «se puede sacar pecho», pero él podría hacerlo porque está logrando que su equipo no sólo sea indescifrable para los rivales, también para los analistas que siguen dudando del estilo directo, de un aparente ida y vuelta y gusto por el contragolpe que, sin embargo, se contradicen con la altísima posesión en Bilbao, donde se vieron combinaciones maravillosas de banda a banda, con alternancia del pase corto y del pase largo para romper la generosa presión del Athletic.Pero el técnico asturiano tiene razón. El Barça todavía no ha hecho nada, aunque este miércoles tiene la oportunidad ante el Villarreal en el Camp Nou de poner un pie en la final de Copa. No será fácil. Lo confirma el reciente y apurado 3-2 en la Liga. Se intuye porque Marcelino pudo reservar muchos jugadores titulares este fin de semana mientras que el conjunto azulgrana apenas hizo rotaciones en un partido muy físico como el de San Mamés.
Un Messi espectacular Sin embargo, la exhibición de Messi, que participó en los cinco goles con un sentido del colectivo inimaginable en su eterno pulso individual con Cristiano Ronaldo, invita al optimismo. El argentino disfruta en el campo y ni siquiera se lamenta cuando Neymar y Luis Suárez perdonan varias de sus asistencias. De hecho, según las cuentas del estadístico Mr. Chip, ya ha igualado a Figo como el jugador que más asistencias ha dado en la historia de la Liga (109). Teniendo en cuenta que también es el máximo goleador histórico, cualquier calificativo se queda corto.
El delantero uruguayo se reencontró con el gol en San Mamés como no podía ser de otro modo, con un remate al primer toque tras pase de Messi y en el estadio que más se parece por su extraordinario ambiente a uno de la Premier League. Era su primera diana fuera del Camp Nou de las tres que lleva en la Liga. Luis Suárez se sintió como en Inglaterra e incluso se llevó una bronca descomunal como las que recibía allí cuando era odiado por los rivales del Liverpool. Quizás entonces tenían algún motivo, pero los abucheos del domingo fueron totalmente gratuitos porque lo único que hizo fue recibir una patada fuera de lugar de Etxeita que le dejó los tacos marcados a la altura de la rodilla. Fue doloroso, no hubo teatro, y la contusión obligó al cambio.
El gol de Luis Suárez, en un partido en el que tuvo tres ocasiones más claras, fue el premio a su enorme trabajo en la presión, a sus desmarques inteligentes para abrir huecos, a su pelea cuerpo a cuerpo con los centrales rivales tan necesaria en un equipo que en los dos últimos años evitaba tanto el contacto que acababa perdiendo gran cantidad de rechaces y segundas jugadas. No tiene el toque de Villa, la punta de velocidad de Eto'o o el dominio en su zona de Ibrahimovic, por citar a los últimos nueves del Barça, pero conjunta pasión, calidad y ambición. Por eso le valoran el cuerpo técnico y sus compañeros. Le falta ser más efectivo porque llegarán grandes partidos en los que no estará permitido fallar las pocas ocasiones que se presentan, pero en San Mamés comenzó a liberarse. «Sabía que el gol llegaría, no estoy preocupado, pero sí soy muy autocrítico cuando no juego bien», reconoció, deslizando esa ansiedad evidente en su rostro cuando el gol se le resistía. Si Luis Suárez recupera su olfato goleador en un momento en el que Messi y Neymar están dando lo mejor de sí mismos, este Barça será más temible todavía.