Alejandro Blanco se presentó ayer como un gran adalid de la lucha contra el dopaje. Y como tal, ha decidido mostrar al mundo su enfado por lo mal que se están haciendo las cosas en España en esta materia. Dijo que nuestro país «está a la cola del mundo» en esta guerra y atacó al Gobierno, al que achaca que no se haya adecuado aún la ley al código de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y también de engañar a la opinión pública con falsedades. «Seguimos siendo una referencia negativa en dopaje. Se ha cometido un error y no hemos estado listos. Es un problema del país y del Gobierno, y es mentira que se haya tratado a España con benevolencia y que se haya impuesto una sanción mínima gracias a una gran gestión», lanzó el máximo dirigente del COE.
El principal objetivo de Blanco fue Miguel Cardenal. Al que tiene como gran enemigo, al mismo tiempo que desde hace tiempo ha hecho del cargo de secretario de Estado para el Deporte un objetivo suyo. No en vano, ya se le ha escuchado hablar de que lo idóneo para el deporte español es que el responsable del comité olímpico sea también quien aglutine toda la responsabilidad sobre el deporte.
Otra cuestión en la que entra Blanco es en la defensa de Ángel María Villar, el presidente de la Federación Española de Fútbol.
El ourensano reivindicó «la independencia del deporte frente a la política». Sobre la amenaza de expediente que pesa sobre Villar, dijo: «Los que pueden retirar a Villar son sus asambleístas. No otros mundos. Si entendemos la democracia como votar libremente, nadie puede cuestionarle si el colectivo le apoya. El debate no está en el mundo del fútbol, sino fuera», sentenció el presidente del COE.
El ataque de Blanco a Cardenal por el dopaje es cuando menos curioso. No hay que olvidar el papel que jugó el responsable del COE en su momento con Marta Domínguez: «Si ella ha pasado 50.000 controles sin problemas y hay un valor anómalo en su pasaporte biológico, lo que hay que preguntarse es si el pasaporte biológico es fiable. Si hasta ahora ha pasado todos los controles, démosle la confianza». Blanco se alió desde el comienzo con las tesis de la defensa de Domínguez. Lo mismo hizo en su momento con Alberto Contador. «Seguiré defendiendo a Contador, no entiendo que cuestionemos a nuestro héroe», dijo en su momento cuando fuera de España era un clamor que sería sancionado finalmente, tal y como ocurrió. «Alguien me ha criticado por defender a Contador, pero lo seguiré haciendo porque defiendo a la persona. Cuando uno gana, todo el mundo le abraza y cuando tiene un problema se da un paso atrás y se elige ser cauteloso», concluyó.
Y ahora, en el colmo de los colmos, defiende que Villar no puede ser fiscalizado como cualquier otro ciudadano de España por el hecho de que es presidente de una federación deportiva. Delirante. Está claro que Blanco se mueve mejor con Villar, Marta Domínguez y compañía que con todos aquellos que tengan la manía de hacer cumplir las leyes y pedir limpieza en las pistas y en los despachos.