
Huyó de Siria nadando para salvar su vida y meses después compite en Río de Janeiro por una medalla
03 ago 2016 . Actualizado a las 14:27 h.Yusra Mardini nadó por su vida cuando huyó de su Siria natal, hoy nada por una medalla en Rio de Janeiro. Junto a Rami Anis representa a los refugiado en la natación olímpica. El motor del bote inefable en la que cruzaba a Grecia desde Turquía con 30 personas paró de funcionar y los dejó a la deriva en el Mediterráneo. Por tres horas y media, ella, su hermana Sarah y otra mujer tomaron turnos para empujar la embarcación hasta un lugar seguro. La vida la llevó a Alemania, y de ahí... Rio.
El 5 de agosto, con «orgullo, felicidad y mariposas en el estómago» llevará la bandera del primer equipo de refugiados del COI, acompañada de Anis, su amigo de infancia, y otros ocho atletas sin patria. Pero más allá de la cruda realidad que los obligó abandonar su país, Yusra, como todos llaman a esta chica de tan sólo tiene 18 años, y Rami, de 25, prefieren ver hacia adelante. «Prefiero hablar de campeonatos, del futuro, de esperanza», dijo Rami, que dejó su natal Alepo en 2011, cuando los secuestros y atentados se convirtieron en moneda corriente. Hoy vive en Bélgica. «Somos seres humanos que perdimos nuestro hogar y estamos tratando de reconstruir nuestras vidas (...). Muchas cosas han pasado, pero en algún punto hay que seguir adelante», complementó Yusra.
Siria sin futuro
Ambos disputarán las mismas pruebas: 100 m mariposa y libres. Los chances de medalla son mínimos, pero no por eso dejan de entrenar duro dos veces al día en la piscina del Parque Acuático en Rio. «Las piscinas están excelentes, vimos campeones mundiales, olímpicos, es un gran honor, estoy muy feliz de estar aquí, ha sido una experiencia maravillosa», expresó ella. «Es un sueño de infancia, todo atleta sueña con esto», dijo Rami, que al abandonar Siria fue a Estambul a vivir con su hermano, pero terminó yendo a Europa porque en Turquía no le permitieron competir profesionalmente.
Primero fue a Grecia y luego a Bélgica. Nunca pensó que no volvería a casa. Los horrores de la guerra no les permitían visualizar el futuro soñado. «Tenía una vida normal, no habían tiroteos o bombardeos (donde vivía), iba a la escuela, iba a nadar, pero al final para qué, no había futuro, sabía que no iba a llegar a un nivel olímpico», expresó Yusra, que si bien no ha perdido ningún familiar en el conflicto, le mataron a dos amigos nadadores.