La decisión del TAD (3-2) de no abrir expediente a Villar ha terminado por dinamitar la credibilidad de un tribunal que lejos de garantizar un marco legal para el deporte español, parece haberse convertido en un foco de controversia en el que se entremezclan los intereses generales del deporte español y los intereses espurios de no se sabe muy bien quién.
Dice la resolución de TAD sobre el caso de posibles ayudas irregulares al Recreativo y al Marino, que perfectamente podría haber firmado un abogado de Villar, que es habitual que todas las federaciones deportivas adopten medidas normativas y económicas que conlleven la colaboración o la ayuda a clubes de determinados territorios o de determinadas características. Dice que es normal que se considere pertinente primar a unos clubes frente a otros. Se considera, por tanto, que pagar una deuda de un club, o avalarla, con el consiguiente efecto de descenso de otro y permanencia del beneficiado, es una discriminación positiva que puede decidirse en base al libre albedrío de la federación de turno. Es decir, nos cargamos las reglas del juego que deciden un descenso por la santa gana de un dirigente que desde su despacho decide lo bueno y lo malo. En definitiva, que el TAD acaba de emitir una resolución que da vía libre a la arbitrariedad de quienes gobiernan una federación deportiva. Y se han quedado tan anchos.
Y lo peor de todo es que desde que Villar logró meter un caballo de Troya en el tribunal se veía venir cualquier disparate, como por ejemplo que el TAD vaya contra su propia doctrina para justificar una resolución que a numerosos juristas les ha causado sonrojo. En definitiva, un asunto que produce una enorme vergüenza y que debería pasar el tamiz de un juzgado de verdad.