Descarta la retirada, sigue motivada sobre el kayak y abre un nuevo ciclo olímpico sin hablar aún de Tokio
21 nov 2016 . Actualizado a las 15:52 h.«¡2020, madre mía, yo qué sé!». Juegos, Olímpicos y Tokio son tres palabras que a día de hoy no figuran en el lenguaje de programación de la máquina de medallas internacionales formada por Teresa Portela y su kayak, con un rendimiento de eficacia probada en los más de 30 podios cosechados desde el 2001 por la palista de Cangas. Cuando la gran cita alumbre en cuatro años en el país del sol naciente, Teri lucirá 38 primaveras. Y sin embargo, Japón empieza a dibujarse en el horizonte de la mejor palista olímpica española en pista de todos los tiempos. Al preguntarle por su regreso a los entrenamientos hace unas semanas, responde que vuelve «con ilusión, mucha». ¿Cuánta? «La misma que cuando empecé» con 9 años, acaba respondiendo. Aparca por tanto la opción de la retirada, después de acudir a sus quintos Juegos, en Río, sin una hoja de ruta definida para el 2017 -«no sé si serán el punto final», había indicado-. El sexto puesto de Brasil y sus sensaciones en el kayak le dejan claro que continúa.
La ilusión con la que empezó es mucha gasolina para un depósito que lleva alimentando 25 años el motor de quién lo ha ganado todo salvo la medalla en unos Juegos, a los que Portela lleva acudiendo sin falta desde el 2000, cosechando cincos diplomas con un cuarto, tres quintos y el sexto puesto en el K-1 200 de Río. Su médico desde su ingreso en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva, Fernando Huelin, no ve motivos para dudar de su capacidad para llegar a Tokio 2020. Dos décadas ininterrumpidas en el Olimpo de la élite. Por su edad, hará entrenamientos más cortos e intensos en el agua, y elevará su estancia en el gimnasio y las horas de descanso. Cuestiones que la palista estudiará al detalle con su entrenador desde el 2009, Daniel Brage, a partir de enero.
Mientras, Portela continúa con su rutina. «Cuando algo funciona, hago lo mismo», comenta, por lo que «he empezado con la misma dinámica de siempre tras unos Juegos. Tomándome unos primeros meses más de manga ancha, para empezar el siguiente año con ganas y con fuerzas».
En su caso, sale a remar, «pero si está bien el mar no voy a Pontevedra y lo hago en O Grove», donde reside, pudiendo conciliar mejor su triple faceta de deportista de élite, madre de la pequeña Naira y socia de su marido, el excanoísta olímpico David Mascato, en su clínica de fisioterapia. En las instalaciones del club Breogán realiza el trabajo de gimnasio, que completa con carrera a pie. «Por ahora he hecho muy poquito. Lo que más hago es salir al agua. Después de Londres hice lo mismo, con las prácticas de la carrera de Fisioterapia en el hospital todas las mañanas», recuerda Teri. Un relax al que pondrá punto y final en enero, cuando pase a una rutina de dobles sesiones diarias, con entre 15 y 17 horas semanales de trabajo; «la misma dinámica que sigo desde que empecé en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva -la base de operaciones de la canguesa-, con 14 años». Sin descartar repetir alguna concentración en altura, como las que hizo este año.
Sobre ese principio de pensar año a año, la prioridad a medio plazo de Teresa Portela es pelear al máximo nivel en las dos grandes citas del 2017. El Campeonato de Europa, del 14 al 16 de julio en Plovdiv, Bulgaria, y el Mundial, del 23 al 27 de agosto en la localidad checa de Racice. Con este tipo de planteamiento, de encarar la próxima temporada con la máxima de las ambiciones, Teri acaba abriendo la puerta a lo que todo el mundo en el piragüismo español quiere escuchar: «Al final, si hay resultados, si hay motivación para el día a día, ya se verá. Yo no descarto nada». ¿Y por qué debería hacerlo quien ha sido capaz de cerrar el anterior ciclo olímpico con un bronce mundial y un sexto puesto en los Juegos tras dar a luz a finales de marzo del 2014? La máquina de Aldán está lista para empezar a escribir la programación de su versión 6.0.