
Internacional absoluto en baloncesto, Miguel Juane es ahora uno de los abogados gallegos más reconocidos
30 ene 2017 . Actualizado a las 08:22 h.Sus intimidatorios doscientos centímetros de altura se tornan en amabilidad cuando uno cruza la puerta de su despacho. Sostiene que hasta la mayor defensa de unas ideas debe hacerse con una sonrisa y no con los puños por delante. Pero es tenaz con sus convicciones y pelea por ellas. Lo hizo como baloncestista, cuando en el año 1989 se convirtió en el primer deportista que se acogía al Real Decreto 1006/85, que le permitió cambiar el Clesa Ferrol por el Fórum de Valladolid pagando el millón de pesetas de su cláusula de rescisión. Y mantiene su firmeza en sus principios ahora como reconocido abogado. Porque si algo tiene claro Miguel Juane (Vigo, 1965) es que su conciencia está por encima del dinero. Por eso no cedió ante los sobornos que ha recibido ni defiende cualquier caso en un tribunal. «Alguna vez, de manera más o menos disimulada me han hecho algún comentario preguntando cuánto cobraba y que podría cobrar más... Ni me lo planteé. Tampoco defendería nunca a un narco, un violador o un pederasta... Presumo de tener clientes inteligentes. Cuando no creo en lo que tengo que defender rechazo el caso. No me gustan los macarras y de macarra califico a aquel que hace cualquiera de las cosa que antes dije o impone sus ideas por la fuerza física y el que abusa de su posición».
-¿Cuántos agradecimientos va a colarme en esta entrevista?
-No, no. Solo a mi familia, que creo que es justo. Yo soy mucho de defender la sangre. Mis padres fueron en su día mi referente. Mi motor de vida. Y ahora lo son mis hermanos, mi esposa y mis hijas. Sobre lo que me preguntaba, mi madre siempre me decía aquello de que «de bien nacido es ser agradecido». Y procuro serlo. Creo que el que se porta bien contigo y a quien admiras, se merece un agradecimiento.
-¿Siempre hay que tener una sonrisa y tender una mano?
-Pues a veces sí. Vivimos en una sociedad que está llena de odio. De resentidos. El otro día, cuando murió Bimba Bosé, y su tío Miguel puso un tuit despidiéndose de ella, hubo gente que, al amparo del anonimato le dijo unas salvajadas. ¿A dónde vamos a parar? No se puede consentir.
-Baloncestista, juez deportivo, directivo, abogado... ¿En qué faceta se encuentra mejor?
-Siempre me va a perseguir mi condición de baloncestista. Quizá por la altura. Me eduqué y crecí con un chándal y un balón. Y es algo que me gusta. Sentir el deporte. En todas las facetas he sido muy responsable. Cuando jugaba al baloncesto, era perjudicial, pero ahora, en el trabajo, lo considero importante.
-¿El baloncesto se ha vuelto más defensivo y la abogacía más agresiva?
-Pues sí. Digamos que en el baloncesto ya no hay tanto estilista y ahora es más físico. Se defiende más. Y en el derecho pues, quizá porque somos más, que no hay esos códigos de antes, tanto compañerismo. Antes se respetaba de otra manera.
-¿Cómo se llega a ser el primer deportista que se acoge al Real Decreto 1006/85?
-Pues porque en el año 1987, cuando fiché por el OAR, ya estaba estudiando Derecho y preparé el contrato con Antonio Platas Tasende, padre de un compañero mío de colegio. Y decidimos incluir la cláusula de rescisión. Dos años después, aunque era muy feliz en Ferrol, surgió la posibilidad de irme a Valladolid, a jugar a otro nivel, en Europa, y con facultad de Derecho en la ciudad. Y así fue. Me acogí a mi derecho.
-Teniendo en cuenta lo chupón que era como baloncestista, ¿mejor abogado, que trabaja solo?
-(Se ríe). No era chupón. Bueno, en A Coruña, en mi última temporada, quizá aproveché que me dejaban y chupaba un poco más y conseguí ser el mejor lanzador nacional de la categoría y el quinto en el total. Pero siempre he creído, y sigo haciéndolo, en el trabajo colectivo como clave para alcanzar el éxito.
-¿No le tienta la política?
-Aunque la política esté denostada, admiro a algunos políticos que trabajan por el bien de la sociedad. Nunca oculté mis convicciones, pero para hacer carrera tendría que dejar mi despacho. Fíjese que la mayoría de los políticos proceden del funcionariado. Para un profesional liberal es complicado dejar lo que hace y retomarlo años después.
-Fue sindicalista. ¿Sigue en esa línea?
-Me he vuelto más conservador. Aunque sigo creyendo en que hay que defender los derechos de los trabajadores, también pienso que hay que apoyar al inversor, al que arriesga creando empleo.
-¿Los peores momentos de su vida profesional fueron en el Atlético?
-Fue complicado. Aunque también trabajé en Arousa de la mano de la Audiencia y la Agencia Tributaria, la época del Atlético fue tremenda, con amenazas, insultos, intentos de agresión... Fue muy duro. Pero se hizo un buen trabajo.