El joven piloto de Yamaha está realizando una pretemporada espectacular y vaticina un duelo de altos vuelos con el vigente campeón del mundo
17 feb 2017 . Actualizado a las 17:12 h.Los pilotos de MotoGP se han pasado tres días en Australia, en un circuito puro de moto (Phillip Island) cuyas referencias en realidad no son del todo útiles. Un trazado especial que difícilmente deja pistas para el resto de escenarios donde se disputa el Mundial, con unas condiciones que casi con total seguridad se parecerán muy poco a lo que se encontrarán en octubre cuando se dispute el Gran Premio de Australia. Aunque, pese a esto y pese a que la clasificación final después de 24 horas de trabajo en pista (ocho por jornada) pueda despistar, porque con tanto tiempo es fácil encontrar por lo menos una buena vuelta, lo cierto es que empieza a repetirse una cantinela después de tres entrenamientos de pretemporada con todos los actores presentes.
Suena fuerte la musiquilla que ratifica el descaro de Maverick Viñales cuando no esquiva su papel de firme candidato al título. «Es algo que me motiva y que seguro que hará que trabaje el doble para la carrera de Qatar», aseguró tras la tercera jornada en Phillip Island. Y es que el de Yamaha ha terminado primero en los tres tests del año -en Valencia, Malasia y ahora Australia-, en esta última prueba con un registro espectacular y con una capacidad superior a la de los demás para volar en un circuito rodeado por el mar y con la incómoda y continua presencia del viento. «No estoy lejos de Marc», fue la única mini duda que dejó Viñales, que apuntó directamente al otro hombre fuerte de este invierno. Esto hablando de ritmo de carrera, aunque los papeles apuntaron más a la igualdad que a una ventaja del de Repsol Honda. «El próximo día que haga un 'long run' me tocará a mí molestarle un poco», comentó, después de que se encontrase al que ahora es su principal rival cuando intentaba hacer un simulacro de carrera, algo en lo que veía superior a Márquez en la jornada anterior. Un 'encuentro' que no agradó al ex de Suzuki en lo que anticipa el que promete ser el duelo del año. «No lo he entendido. Al final estás haciendo tu trabajo pero no puedes dar rueda, a Marc o a Valentino, los pilotos rápidos. Es difícil seguir apretando cuando sabes que le tienes detrás y que te puede estudiar».
Marc Márquez, el defensor del título, comenzó con dudas en Australia. Tantas que se vio obligado a dar 107 vueltas en la segunda jornada. Con las manos destrozadas, el ilerdense -que tuvo que apañárselas sin su técnico, Santi Hernández, ausente por enfermedad- aireó cierta desconfianza y reconoció haber terminado destrozado para completar el plan de trabajo de los ingenieros japoneses, que le obligaron a rodar como un molinillo. «Esta tarde hemos mejorado en eso en lo que decía ayer que me faltaba algo», explicó el viernes, dando por bueno el trabajo en esta fase de puesta a punto de las motos. «Hemos encontrado un pequeño camino y ahora tenemos que ver cómo va en otros circuitos», apuntó sobre su paso hacia delante respecto al jueves. «Justo salía de box y me ha pasado», comentó después Márquez al explicar sus giros tras Viñales. «He hecho dos o tres vueltas y siempre es interesante ir detrás de la Yamaha para ver diferentes cosas. Y es lo mismo del año pasado: es una moto que quizás no tiene un punto muy, muy fuerte pero que es muy completa y muy estable».
La fortaleza de Yamaha y Honda Llegados a este punto, Yamaha y Honda exhiben una fortaleza superior a la del resto. En el lado azul, con el buen rendimiento de sus satélites, los novatos Jonas Folger y Johann Zarco, y con el gran interrogante sobre Valentino Rossi, muy desdibujado en Australia, en un test en el que cumplió los 38 años. En el lado de la marca del ala dorada, con el buen papel de Cal Crutchlow, Jack Miller y Dani Pedrosa, en un escenario poco propicio para el menudo piloto del Repsol Honda, que volvió a contar con la ayuda de Sete Gibernau. Fuera del duelo Viñales-Márquez, con esas dudas sobre Rossi, las miradas se posaron sobre Jorge Lorenzo. El mallorquín comenzó el test mirando el rendimiento de otras Ducati -sobre todo la satélite de Alvaro Bautista- y lo terminó analizando las carencias de su moto y su falta de adaptación al pilotaje que requiere, en las antípodas de ese que hacía volar a la Yamaha. Lorenzo vivió tres difíciles días en los que las dificultades fueron generales para las motos italianas, lo que fue un consuelo por un lado y una mala señal por otro: y es que Ducati no es una moto que ahora mismo apunte a ser competitiva en los 18 trazados en los que se disputará el Mundial. También dejó dudas Suzuki en manos de Andrea Iannone, que tuvo la cara en Alex Rins, sorprendentemente rápido en el último día de un test que deja a MotoGP sólo con una última prueba por delante, la de Qatar que marcará el fin de la pretemporada y el inicio de un curso que está levantando muchas expectativas.