McLaren debuta el domingo en Australia sin garantías de acabar la carrera y un divorcio con Honda
20 mar 2017 . Actualizado a las 07:43 h.Según una popular casa de apuestas, decir que Lewis Hamilton será el campeón del Mundial del 2017 poniendo 5 euros por delante reporta apenas una ganancia de 10,75 euros. En cambio, aseverar con la misma apuesta que el campeón será Fernando Alonso dispara el beneficio a más de 1.000 euros. Así están las sensaciones a menos de una semana de que comience un nuevo campeonato de fórmula 1, el próximo domingo en Melbourne (7:00, Plataformas digitales).
Detrás de esta estadística se esconde la inercia ganadora de Mercedes, la inapelable dictadura de los tres últimos años que se ríe incluso de las ínfulas de Ferrari tras los test de invierno. Pero el dato también avanza otro año para olvidar de Fernando Alonso, una nueva temporada de averías, abandonos y litros de sudor para alcanzar unos míseros puntos lejos del podio. «Pobrecito Alonso, parece que McLaren no estará entre los equipos top un año más», declaró recientemente Daniel Ricciardo a la Gazetta dello Sport.
No, no lo estará. Y, lo que es peor, llegará a la primera carrera del año en un clima de guerra civil en la escudería entre la marca matriz y los responsables del motor. Tras dos años juntos, los ingenieros de McLaren y de Honda siguen trabajando y evolucionando por separado. Según los últimos test, el monoplaza de Fernando Alonso ha corrido con cerca de 50 caballos menos que en el campeonato pasado. Los mensajes a uno y otro lado de la trinchera de esta escudería ponen la puntilla a unas esperanzas ya muertas hace meses. «El nivel de rendimiento es nuestra mayor decepción, especialmente en términos de potencia», indicó Yusuke Hasegawa, director de Honda F1. «No estoy seguro de que podamos ver la bandera a cuadros en Melbourne», ironizó amargamente Eric Boullier, director deportivo de McLaren. No hace falta decir más.
El divorcio entre el constructor y el proveedor japonés ha hecho saltar los rumores de una búsqueda desesperada de McLaren por incorporar otro propulsor al monoplaza que estrena color naranja este año. Así ocurrió hace más de treinta años, cuando en mitad de temporada se deshizo de Ford para rodar con motores Porsche. Pero las cláusulas contractuales de hoy no ponen fácil repetir la aventura.
McLaren podrá vivir tiempos mejores, pero en esta crisis está gastando otra valiosa bala en la vida deportiva de Fernando Alonso, cada vez más cerca de la jubilación y más lejos de ser campeón por tercera vez, tras los títulos conseguidos hace más de diez años. Ese sueño, al menos para el 2017, se esfumó cuando el asturiano no era el elegido para ocupar el asiento que Nico Rosberg dejaba libre tras descabalgarse de la fórmula 1 cuando estaba en lo más alto.
El bicampeón del mundo avanzó que en septiembre de este año dirá algo sobre su futuro. Huele a un adiós definitivo de la fórmula 1, con lo que ya ha amagado no hace mucho. En su mérito quedará ser considerado uno de los mejores pilotos pese a las mediocridad de los resultados. No hay visos de mejora. E incluso, dado el calamitoso estado del McLaren, se antoja muy poco dinero en las apuestas pagar 1.000 euros por el título de Alonso.