Sergio García alcanza la gloria en Augusta

Paulo Alonso Lois
PAULO ALONSO LOIS REDACCIÓN / LA VOZ

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Vibrante victoria del español en el Masters, tras superar en el desempate a Justin Rose

10 abr 2017 . Actualizado a las 15:21 h.

Ha nacido un nuevo Sergio García. La historia de desengaños en la última jornada de los majors forma parte del pasado. A sus 37 años y después de 74 intentos, consiguió ayer su primer grand slam. El sol de primavera de Augusta iluminó su victoria en el Masters. Venció con el campeón olímpico, Justin Rose, como testigo. Juntos protagonizaron un desenlace vibrante que no se resolvió hasta el desempate. Durante cinco horas, nada de lo que ocurrió en ninguna otra parte del campo importó. El título se decidía golpe a golpe en el encuentro estelar. Ambos convirtieron su duelo en una maravillosa montaña rusa de sensaciones y alternativas. Hasta llegar empatados al tee del 18, donde García disfrutó de un putt de dos metros para ganar que se escapó. Como en el Open Británico de Carnoustie en el 2007, cuando Padraig Harrington alcanzó en el play off la tradicional Jarra de Clarete. Pero esta vez se rebeló y ganó a continuación en el desempate del hoyo 18.

 Durante tres días, el español escribió, golpe a golpe, un auténtico tratado sobre como competir en Augusta. Pero con una brillante carrera a sus espaldas, ya solo le valía ganar. Cinco capítulos tuvo la batalla final entre Rose y García. Un buen inicio del español en los cinco primeros hoyos, una respuesta encomiable del inglés hasta el 13, una sublime reacción del campeón entre el 14 y el 15, un empate taquicárdico en el 18 y un desenlace maravilloso de nuevo en la última calle.

El verdadero enemigo de García anidaba en su historial de desengaños. Peleaba por ganar su primer major después de acabar 22 veces entre los 10 primeros, nunca en cabeza. Luchaba contra sí mismo, los fantasmas de sus oportunidades perdidas: sobre todo, el Open Británico de Carnoustie en el 2007 y, en menor medida, el Campeonato de la PGA de Oakmont Hills en el 2008.

 Empezó sereno y certero. Y se vio muy pronto con tres golpes de ventaja sobre Rose gracias a sus birdies en el primer y el tercer hoyo y el error del inglés en el quinto. A continuación reaccionó el británico con tres birdies consecutivos y dos bogeys del español en el 10 y 11.

 Por el camino de Olazábal

Cuando parecía verse perdido, afloró la vibrante reacción de García: birdie en el 14 y eagle en el 15. ¿Quién fue el último que consiguió ganar el Masters después dos golpes en ese green? Chema Olazábal. En realidad, todo lo que García fabricó con maderas y hierros de maestro, se lo negaron los putts -su histórico punto débil- en los tres últimos greenes, uno tras otro. Corto, encogido, abrumado. Solo así se entiende que no sentenciase antes.

Hasta el desempate. Con la victoria de Sergio García, el mismo día que Severiano Ballesteros habría cumplido los 60 años, se redime uno de los mejores jugadores del siglo XXI, pero al que le faltaba un grand slam. Todavía en el green del 18, donde se desarrolló el desempate, se volvió loco, lanzando beso ras beso al público, abrazándose con su novia, sintiéndose al fin en la cima.

Venció con -3 ayer para -9 en el acumulado, empatado con Rose y con tres golpes de margen sobre el sudafricano Charl Schwartzel. El vasco Jon Rahm finalizó vigésimo séptimo, a 12 de García.

«En todo momento creí en mis posibilidades»

 Llegó a la ceremonia de entrega de la chaqueta verde y resopló aliviado. Se acordó de Seve Ballesteros y Chema Olazábal como inspiración, destacó como en los tres o cuatro últimos años había empezado a aceptar lo que Augusta «da y quita» y encontró «la calma». «En todo momento creí en mis posibilidades», resumió sobre la forma como afrontó la última ronda del Masters.