Nostalgia del color, olor, tacto y sonido de la hierba de Londres

Óscar Burrieza DE REVÉS

DEPORTES

03 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Querido Wimbledon:

¿Quién no ha deseado alguna vez poder retroceder en el tiempo? Pagaría mucho por revivir emociones y experiencias que han dejado una enorme huella en mi memoria. Los torneos de hierba provocan en mí ese deseo, y Wimbledon especialmente.

Nostalgia del color, olor, tacto y sonido que ofrece esta superficie, la más especial del tenis. En el pasado denostada por unos, amada por otros, indiferente para pocos. Era divertido comprobar la cara de felicidad de los especialistas de la época cuando llegaban estas semanas de la misma manera que otros las afrontaban con muy pocas ganas o directamente se borraban.

Todo ha cambiado mucho, las caras apenas cambian. Se juega prácticamente igual en tierra, en cemento y, aunque parezca increíble, también en hierba. Ya nadie recuerda esa línea central de la pista totalmente desgastada. Y sí, reconozco que me genera nostalgia, añoro ver partidos con la tensión que ofrecían los kamikazes que se lanzaban constantemente a la red, convirtiendo ese estilo en una especie de deporte de alto riesgo.

Feliciano López es de los pocos que sigue regalando momentos mágicos de aquellos especialistas en hierba. Su victoria en el torneo de Queen’s hace solo unos días, a sus casi 36 años, está al alcance de muy pocos, sencillamente impresionante.

Al margen de estilos hay algo que sí espero con mucha ilusión, ver al mejor Roger Federer junto al mejor Rafa Nadal. Ellos dos son los tenistas que compensan toda mi nostalgia. El acertado parón en la temporada de tierra del suizo, unido a la escasa preparación en hierba del español, me dejan una pequeña duda en el aire. ¿Serán capaces de llegar vivos a la segunda semana del torneo? Si lo hacen, la posibilidad de revivir una final entre ellos será bastante grande. La inercia mental de ambos es inmejorable. La capacidad que han tenido para reinventarse y volver a dominar el tenis mundial nos ha dejado sin palabras.

¡Disfrutemos de ellos en la catedral del tenis!

Querido Wimbledon, te echo de menos.