«De mi padre he aprendido a ser honrado», aseguraba hace apenas dos meses Gorka Villar
20 jul 2017 . Actualizado a las 15:46 h.«De mi padre he aprendido a ser honrado», aseguraba hace apenas dos meses Gorka Villar (Bilbao, 1975) públicamente. Encargado de dirigir la última campaña electoral de Ángel María Villar, y ahora detenido como él, se defendía así de las acusaciones de corrupción vertidas por el opositor Jorge Pérez.
Abogado especializado en derecho deportivo, Gorka ha desarrollado su fulgurante carrera al abrigo de su progenitor. Aunque nunca ha ocupado cargo oficial en la RFEF, sí ha promovido congresos y cursos, medió para la celebración de partidos amistosos y realizó labores de asesoramiento jurídico para varias territoriales españolas, con minutas de hasta 30.000 euros.
Fue hasta hace un año director general de la Confederación Sudamericana (Conmebol), organismo clave en la trama de corrupción que destruyó a la FIFA de Joseph Blatter y del que fue destituido sin detallarse los motivos. Eugenio Figueredo, expresidente de la Conmebol detenido y luego extraditado en diciembre del año pasado desde Suiza a Uruguay, confesó ante un fiscal de su país prácticas corruptas y de extorsión que salpicaban a decenas de dirigentes del fútbol mundial, entre ellas al hijo del presidente del fútbol español.
Gorka Villar vivía a todo lujo gracias a la Conmebol, que le pagaba un sueldo anual de casi un millón de euros y le sufragaba el alquiler de su residencia. Cuando fue denunciado por extorsión por siete clubes de Uruguay, la confederación costeó todos los abogados que el vasco contrató para responder ante los tribunales.
Además, fue acusado de «quemar archivos para limpiar evidencias de las numerosas y graves irregularidades investigadas incluso por el FBI y la justicia de Estados Unidos». Fue definido como «el poder detrás del poder».
Era el director jurídico de la Conmebol en la época en la que se confeccionaron todos los contratos de los derechos del fútbol sudamericano y luego fue el cerebro en la renegociación con DATISA, principal acusada en el caso FIFAgate. Llegó a Sudamérica de la mano del argentino Julio Grondona, otro de los dirigentes de la zona señalados por las prácticas corruptas continuadas.
Gorka colaboró también en la candidatura Ibérica con la que España y Portugal optaron a la organización del Mundial del 2018, bajo investigación de la justicia suiza por presunto pago de comisiones.