Jorge Lorenzo está de enhorabuena aunque a simple vista no lo parezca. Después de acabar los grandes premios a 15 o 16 segundos del ganador, ayer lo hizo a apenas seis. Sigue perdiendo el duelo con Dovizioso (solo ha sido mejor que él en Jerez, con su único podio de la temporada), pero comienza a dar síntomas de reacción, como las buenas salidas en las últimas carreras, no solo la de ayer, que llegó a dominar varias vueltas.
Tras el Gran Premio de la República Checa se quedó a trabajar en el circuito de Brno y salió muy contento de las evoluciones conseguidas. Y ayer se vio el resultado. Acarició y el podio y, lo que es más importante, acabó la carrera a solo seis segundos del ganador. Es un gran paso cuando se trata de pilotar una moto que no es la suya sino la diseñada para Andrea Dovizioso. La Ducati tiene una potencia brutal pero, en el caso de Jorge, piloto y montura aún deben llegar a un punto de encuentro. Lorenzo pilota de forma diferente a la mayoría. Sus trazadas no son las comunes al resto, así que también difieren los momentos de abrir o cortar gas. Así que tiene que ir adaptando la moto a sus necesidades al tiempo que se ve obligado a alterar algunos de sus ticks con su nueva moto. Todo este cúmulo de dificultades con el que se ha encontrado le ha insuflado un golpe de madurez. Pero lo está dando todo. Su puesto natural no es hacer un podio en trece carreras. Tampoco lo es acabar por detrás de Dovizioso. Tiempo al tiempo. Ducati es una gran moto y Jorge sigue luchando para dar con la tecla. Está unos segundos más cerca.