El director de Deportes del club se queja de la dinámica del mercado tras la falta de fichajes y la salida de Neymar
03 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.«Tenemos triplete y tenemos tridente». Cuánto tiempo transcurrido en solo dos años. Desde aquel Josep María Bartomeu que esgrimía títulos y estrellas de tres en tres para convertir en definitiva su interinidad en la presidencia culé, hasta la queja de Albert Soler, quien ayer, en calidad de director de Deportes Profesionales del Barcelona, se plantó ante los medios para decirles que ya no les gusta este juego.
A los pocos meses de afianzarse en el cargo, Bartomeu presumió en asamblea de singularidad: «Somos únicos porque compartimos valores que van más allá de lo deportivo; porque representamos a un país, a una lengua, y a una cultura; porque el año del triplete convocamos elecciones y se presentan siete candidatos. Eso es básicamente porque nos gusta ser diferentes». Ha bastado la pérdida de una pieza y un verano complicado para que el discurso diera un giro por boca de Soler: «Exigimos jugar con las mismas reglas. Es como si unos jugamos con un tablero a la oca y otros le dan la vuelta y juegan al parchís».
El desconcierto es tal que el Barça se alistó en el frente de aquellos de los que quiso distanciarse hace solo dos cursos, cuando las cosas iban bien. «Lo que ha pasado en el mercado de este año nos lleva a las puertas de un modelo totalmente diferente. Los clubes tradicionales éramos los que lideramos este proceso, pero ya no, ahora los principales actores son los países, los fondos de inversión y los multimillonarios», protestó ayer Soler, apuntando de paso a las cláusulas de rescisión que una vez fueron exprimidas desde el Camp Nou y hoy ponen al equipo en desventaja frente al potencial económico de rivales como el PSG. «En España los jugadores tienen una cláusula, lo que no pasa en otros mercados y es un hándicap. ¿Quién pone límite a esto?», protestó.
Sin colocar a Gomes ni a Turan
Por ahí terminó este verano de desmontarse el Barcelona de aquel último triplete, con tridente, que antes había perdido a su entrenador, a Pedro y a Xavi, sin encontrar relevo tampoco para los afectados por la edad. Iniesta, por ejemplo, solo fue titular en trece duelos ligueros el año pasado. Para alternar con el albaceteño y suplir al catalán los culés invirtieron 70 millones de euros en André Gomes y Turan, a quienes este verano trató de colocar sin suerte, a falta de que cierren los mercados turco y portugués.
Tras la Champions de Berlín, y a lo largo de dos años, el Barcelona fue contratando también a Aleix Vidal, Cillesen, Alcácer, Digne y Umtiti. Solo el central francés se ha hecho con la titularidad. El único ariete de la lista, que costó 30 millones, fue suplente la pasada jornada frente al Alavés, pese a la falta de Neymar y la baja de Luis Suárez.
Más difícil lo tendrá ahora el valenciano, tras la llegada de Dembelé, cuya incorporación, variables mediante, podría suponer un desembolso de 135 millones de euros por quien hace un año recaló por 15 en el Borussia Dortmund. En la Bundesliga hizo seis goles y repartió trece asistencias para ayudar a su equipo a concluir tercero la competición. «Teníamos que fichar algún jugador para poder suplir a Neymar», explicó Soler, sentado a la par del secretario técnico de la entidad. Fue precisamente Robert Fernández quien durante la presentación del atacante francés afirmó que aún llegarían «uno o dos jugadores más» al Camp Nou. El mercado se cerró sin embargo sin otra incorporación. «Me hubiese gustado y lo manifesté sí -reconoció el Fernández-, estábamos trabajando en esa posibilidad y no ha podido ser, pero Albert ya ha comentado el porqué».
Albert (Soler) lo había analizado así: «Como sabían que tenías dinero, las peticiones que te hacían eran desorbitadas». 200 millones le pidieron por Coutinho, según desveló. «El año pasado, el fichaje de Pogba ya supuso un punto y aparte -abundó-, pero lo que ha sucedido en el mercado de este año nos trae a las puertas de lo que sería un formato nuevo del fútbol completamente distinto». Un juego al que al Barça ya no le gusta jugar.