Baloncesto Más de una docena de ojeadores han pasado ya este curso por una cancha en la que tomaron impulso Hummel, Salah Mejri, Muscala y Kleber
07 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Ningún otro club de la ACB ha proyectado tantos jugadores hacia la NBA como el Obradoiro en el último lustro: cuatro.
Robbie Hummel fue el primero. Aprovechó al máximo su temporada en Sar. Le valió para cumplir su gran sueño, el de dar el salto a los Timberwolves de Minnesota. El Obra no lo tuvo fácil para ficharlo, porque entonces era un club muy poco conocido en la competición americana. Sucedió en agosto de 2012 y al ala-pívot también lo pretendía un equipo alemán cuyo entrenador no dudó en enviarle un enlace de una información sobre un saqueo protagonizado por el alcalde de Marinaleda, Sánchez Gordillo, a un Mercadona. «¿Qué está pasando, que la gente asalta los supermercados?», preguntó el jugador, alarmado. Enseguida lo tranquilizaron.
Desde entonces, otros tres baloncestistas aprovecharon su paso por el Obradoiro para tomar impulso y llegar a la NBA, directamente, como fue el caso de Muscala, que fichó por los Atlanta Hawks y allí sigue, o previa escala en equipos de primer nivel europeo, como sucedió con Salah Mejri y Maxi Kleber, que ahora defienden la camiseta de los Dallas Mavericks.
Desde aquel 2012 el director general del club, José Luis Mateo, y el entrenador, Moncho Fernández, acuden año a año a la Liga de Verano de Las Vegas, y últimamente también a la de Orlando. El Obradoiro ya no es el desconocido del 2012. Y en lo que va de curso, más de una docena de ojeadores de la NBA han pasado por Sar. Pustovyi y Matt Thomas están en el radar.
Sea como fuere, cada fichaje tiene su pequeña gran historia detrás. Y en todos el club ha tenido que compensar la escasez presupuestaria con el ingenio, la perseverancia y la anticipación. Adelantarse fue clave para firmar a Salah Mejri. El Obra lo ató antes de las Olimpiadas de Londres. Y muchos aficionados todavía recordarán el gesto de asombro de Kobe Bryant, en el banquillo, tras una canasta del pívot africano en la que arranca desde el poste alto y hunde el balón en el aro. Esa acción, y el papel de Mejri en los Juegos, despertaron el interés de varios equipos. Hasta tal punto que el agente de Salah intentó romper el acuerdo. No pudo.
El que menos tiempo tardó en dar el salto de Sar a la NBA fue Mike Muscala, otra incorporación de difícil gestión porque el Ostende belga ponía más dinero encima de la mesa y el agente del pívot prefería esa opción. Atlanta Hawks tenía los derechos del jugador para la NBA e Himar Ojeda, que en el verano del 2013 trabajaba para el club del estado de Georgia, ayudó a que las negociaciones llegasen a buen puerto. La apuesta salió tan redonda para los halcones que en febrero lo reclamaron de vuelta.
Las cacharelas de Maxi Kleber
Maxi Kleber es, hasta la fecha, el último que cogió en Sar el tren con destino a la NBA, con escala en Múnich. Antes de dar el sí quiso conocer la ciudad y las instalaciones. Tomas Richartz, fisioterapeuta del club, que habla perfectamente el alemán, fue su guía durante los dos días que estuvo en Compostela, sin que hubiese trascendido que el Obradoiro lo quería fichar. Le gustó lo que vio. E incluso tuvo la oportunidad de saltar las cacharelas. Era el 23 de junio de 2014 y aquel alemán de 2,11 regresó para alistarse en Sar.
El día que conoció a Pat Riley
Moncho Fernández lleva ya seis años acudiendo a la Liga de Verano de Las Vegas. Últimamente ha incorporado al periplo la Liga de Orlando. Y es habitual en el Training Camp para jóvenes promesas en Treviso. «A fuerza de coincidir, con el tiempo -señala- vas conociendo gente y te conocen». Entre tanto trajín tuvo oportunidad de saludar a Pat Riley: «Estábamos hablando con el agente de Tyler Haws cuando pasó a nuestra espalda. El agente lo saludó y nos lo presentó. Y la sorpresa fue lo que apuntó, cuando dijo un nosotros (por Miami) no lo hemos pasado bien esta temporada, vosotros (por el Obradoiro) tampoco». También recuerda un comentario de un técnico asistente de los Suns de Phoenix sobre un jugador: «Encajaría perfectamente en vuestro programa».