La historia de la ola de récord en Nazaré

Mila Méndez Otero
MILA MÉNDEZ REDACCIÓN/ LA VOZ

DEPORTES

Mila Méndez

La localidad portuguesa es la meca del surf por su descomunal oleaje. Hugo Vau se atrevió a plantarle cara: «Sentí la inmensidad de la ola»

29 abr 2018 . Actualizado a las 18:11 h.

«Ha sido un momento mágico». Hugo Vau (36 años, Azores) se queda sin adjetivos para describir el sueño que vivió en Nazaré. Una «dádiva», como él dice, que le ha regalado el destino. Lleva años retando a la fuerza del mar en esta localidad portuguesa que se ha convertido en la meca mundial del surf. Y, aunque insiste en que nunca le ha perdido el respeto al incansable oleaje, «incluso a las olitas de medio metro», su arrojo nunca está exento de riesgos. Por eso, cuando la tarde se acercaba a sus últimos minutos de luz, la niebla apenas dejaba ver y el viento no daba tregua, lo más sensato sería no lanzarse a la descomunal ondulación que la marea iba a moldear en la Praia do Norte el pasado miércoles 17 de enero. Pero él es un surfista experimentado y, simplemente, no podía evitar tal tentación. «Me avisaron los miembros de mi equipo de que venía una gran ola. Estaba haciendo una trayectoria para colocarme en la zona más crítica, la cresta, cuando tuve la oportunidad de verla de frente y percibí por su forma que iba a ser gigante, pero nunca tanto. Sentí su inmensidad». ¿Qué lo llevó hasta ella? «Una ola de esas no es muy común, aparecen una vez cada siete u ocho años».

Récord mundial

Lo que Hugo coronó fue la conocida como Big Mama. Una especial. Recogida por la Liga Mundial de Surf como válida, si se confirma su altura de 35 metros, sería la ola más alta surfeada en la historia del deporte de la que se tiene constancia. Una marca que pulverizaría la de toda una leyenda como es Garrett McNamara. Su récord está en los 23,7 metros, también en Nazaré. «Claro que estoy contento, y muy agradecido a mi equipo. Esto no se consigue solo», comenta desde Lisboa en un fluido castellano el surfista luso. Su hazaña apenas duró 40 segundos, los que le llevó el descenso. «Estaba muy concentrado, totalmente absorbido. Iba a unos 55 o 65 kilómetros por hora. En el agua es una velocidad muy grande. Cuando terminé, al ver a toda la gente loca en el canal gritando, percibí que era algo especial. Una vez en la arena, mi amigo y también surfista Éric Rebière exclamó: «¡Es la mayor ola que he visto surfear nunca!».El portugués todavía se sorprende con las imágenes que le van pasando del instante. Son pocas ya que la ola era gigante y él apenas se puede distinguir. «No puedes dejar que el miedo te entre en el cuerpo porque esa es tu muerte aquí», subraya.

Una ola de Guinness

Habrá que esperar probablemente a abril o mayo para saber si se convalida la medición. «A mí no me compete decidir. Vamos a ver si deja de ser un mito y es oficial. Entonces sí que entro en el libro Guinness». Con todo, Vau asegura que ya conoce el sabor a salitre de la gloria: «El impacto mediático y los récords van y vienen, pero las emociones que viví en ese momento, y lo que me transmitieron mis amigos, se quedarán conmigo para toda la vida. Eso nadie nos lo puede quitar».