La chilena que murió en un accidente

DEPORTES

Juanjo Martín

12 abr 2018 . Actualizado a las 08:26 h.

Había envuelto el Real Madrid su pase a cuartos en un gol prodigioso fruto de la perseverancia en el intento de un atleta formidable. Un tanto a la altura de un rematador para la historia.

A toda prisa retiró ayer el envoltorio para cambiarlo por otro mucho más feo, pero práctico. Perdida la compostura, se trataba de pasar de cuartos. De chilena, o de penalti en el 90. «Ahora veo a los jugadores del Madrid, que van a tener un accidente de cómo celebran los penaltis que marcan», dejó escrito Di Stefano. Cristiano exhibió con el mismo ardor su tanto a balón parado que el que consiguió invirtiendo la posición de pies y cabeza para cazar una pelota al vuelo. En los dos estaba a once metros de la línea de meta. Ahí podrían haber terminado las coincidencias.

Pero la Vecchia Signora se resistió a dejarse hacer y plantó cara. Durante hora y media exprimió las últimas energías de un esqueleto añejo. Pasada la treintena, Mandzukic sostuvo el sueño de la Juve mientras le duró el resuello. Higuaín probó otra vez, recordando por momentos al que fue, y falló un gol hecho. Buffon se dejó caer a plomo para desbaratar un par de acciones con peligro y rezó por dentro para que al también veterano Chiellini se le escapara por un pelo el tanto en propia puerta. Resistió la Juve al trote, economizando cambios. Echó fatal la cuenta el árbitro, que añadió tiempo como si hubieran sido media docena y no uno los relevos. Y cuando boqueaba el Madrid, pensando en la prórroga, pitó penalti.

Un día antes del partido, en atención a lo sucedido en Turín, Florentino había nombrado a Cristiano heredero de la Saeta Rubia. Aquel argentino empeñado hasta sus últimos días en defender el señorío y el arte. Fue un penalti en el minuto 93 después de golear en la ida. Qué costaba conservar la imagen de la chilena y no la del accidente.