El balear se enfrenta hoy (09:30, Eurosport) en semifinales al prometedor Tsitsipas, a quien privó de dos títulos el año pasado
24 ene 2019 . Actualizado a las 10:15 h.Solo dos victorias separan a Rafa Nadal de conseguir un nuevo título de Grand Slam. Y no sería uno cualquiera, sino que conseguirlo, supondría convertirse en el único jugador de la era Open en poseer al menos un par de cada uno de ellos, además de reducir a dos la desventaja con Roger Federer. Lo lograría 10 años después de conseguir su única victoria en Melbourne, precisamente tras aquella final jugada frente al suizo en el que en la entrega de trofeos Roger en un mar de lágrimas exclamaba «esto me está matando». Y tras superar por enésima vez una lesión, que le mantuvo alejado de la competición durante varios meses.
Pero vayamos de lo hipotético a lo real. Rafa ha alcanzado las semifinales con una solvencia comparable a la de sus mejores momentos, y en algunos aspectos incluso superior. Es el caso de su saque, un golpe claramente inferior al de sus principales rivales y que aprovechando el descanso forzoso han podido mejorar. Para ello, se necesitó atrevimiento por parte de Carlos Moyá en la propuesta, total convencimiento de Rafa en la corrección, y trabajo de mecanización.
En el tenis pesa mucho, muchísimo, la parte mental. Y gran parte de esa faceta se discute y se entrena fuera de la pista. Para ello y para complementarlo en la pista hace falta un tiempo sin competir. El parón obligado, en este caso, fue una bendición
Tras el excepcional trabajo de Toni, siempre ahí, Moyá, Roig y el propio Rafa han entendido que la mejor forma de mejorar su tenis y poder alargar al máximo su vida deportiva era buscando una mayor agresividad. Empezando por el saque, siguiendo por sacarle más partido al drive, soltando el revés, jugando más adelantado para llevar la iniciativa y poder acabar en la red a la mínima oportunidad. En definitiva acortar los puntos, desgastarse menos. Esto escrito en un libro suena muy bien, pero lo difícil es llevarlo a la practica. Rafa está consiguiendo hacerlo, simplemente porque es un deportista con unas condiciones excepcionales, entre las que la superación continua a lo largo de su carrera ha sido una constante.
El partido más difícil
La semifinal que le enfrenta a Stefanos Tsitsipas es el partido más difícil que Rafa tendrá afrontar de los que ha jugado en Melbourne. Enfrente va a tener un rival con una confianza tremenda y unas cualidades que le auguran en un corto espacio de tiempo ser uno de los grandes dominadores del tenis mundial. Con 20 años ya ha ganado el torneo de la nueva generación, en Milán, ha ganado el torneo de Estocolmo, y ha jugado dos finales, una en Barcelona y otra en el Masters 1000 de Toronto, donde eliminó consecutivamente a cuatro top ten: Thiem, Zverev, Anderson y Djokovic. En ambos casos acabó cayendo ante Nadal.
La genética de Tsitsipas hace que rezume deporte por todos sus poros. Su padre, griego, es entrenador de tenis; su madre, rusa, fue jugadora profesional. Su abuelo materno Salnikov, fue, precisamente en los Juegos de Melbourne de 1956, oro con el equipo soviético de fútbol.
Stefanos comenzó muy pronto a jugar y enseguida mostró sus buenas aptitudes, que le llevaron a obtener muy buenos resultados en juveniles, a pesar de que la federación helena no le apoyó demasiado. Federer fue su ídolo de siempre y una de las razones que le impulsaron a decidirse por el revés a una mano. Encontró apoyo en la escuela francesa de Moratoglou, donde entrena, supervisado siempre por su padre. Se define como humilde, alegre, educado, y con la ventaja de crecer en un ambiente multicultural. En el 2015 bañándose en Creta, una corriente de agua lo arrastró y estuvo a punto de perecer ahogado, siendo su padre el que consiguió rescatarlo. Ese incidente le marcó y le hizo ver la vida desde otra perspectiva.
Estéticamente, Stefanos, con su 1,93, tiene una gran estampa física. Su aspecto, con su melena rubia suelta, recuerda más a un surfero que a un profesional del tenis. Combina el tenis con la grabación de vídeos, siendo un apasionado de las cámaras, tanto de grabación como fotográficas. En cuanto a su tenis, el ateniense es un jugador completo, que saca bien, tiene una gran derecha, sorprende con su revés paralelo y domina la red. No rehúye los peloteos de fondo y tiene ritmo para superar a los mejores.
Tiene como gran ventaja que su carácter competitivo le hace salir contra los grandes convencido de ganar. Lo ha conseguido con todos menos con Rafa, pero que a nadie le quepa duda que el griego saldrá a la Rod Laver convencido de que puede doblegar al español. Su meta este año es ganar un grande y su soltura y desparpajo lo hacen doblemente peligroso.
Llega a la semifinal con cinco horas más en pista que Rafa. Todos sus partidos se resolvieron en cuatro sets en partidos complicados, sobre todo el de Federer en cuarta ronda, y contra Bautista, ante el que mostró señales de cansancio. Sabe que todo su país está pendiente de él, que tendrá a la numerosa colonia griega de Melbourne animándole, pero también es consciente de que va a tener enfrente a un formidable competidor que ya le ha ganado dos veces y que se encuentra pletórico de forma, y cuando Rafa se encuentra así en un Grand Slam es sin duda el favorito.