El español gana su séptimo oro europeo en su despedida del patinaje
26 ene 2019 . Actualizado a las 19:18 h.El patinaje sobre hielo es una de esas disciplinas en las que las carreras de los deportistas, como en la mayoría de las especialidades artísticas, son de corta duración. Rara vez un patinador continúa en la élite alcanzados los 30 años. La de Javier Fernández ha sido todavía más breve. El español, que cumplirá 28 el próximo mes de abril, echó ayer el telón en Minsk a una carrera de leyenda con su séptimo oro consecutivo en un campeonato de Europa.
El patinador madrileño, con el mismo ejercicio que le valió el bronce en los últimos Juegos Olímpicos de invierno del 2018 en Pieonchang -con música de El Hombre de La Mancha de Mitch Leigh-, logró la mejor nota en el programa libre, lo que le valió para subirse a los más alto del podio. Su gran ejercico puntuado con un total de 271,59 puntos no solo le valió a ‘Súper Javi’ para superar al ruso Alexander Samarin, que alcanzó los 269,84 puntos y fue finalmente plata, sino incluso para dejar atrás a su compatriota Mikhail Kolyada, que parecía imbatible después de su calificación de 100,49 en el programa corto del jueves, que le daba casi nueve puntos de ventaja respecto a Fernández. El ruso acabó hundido y fuera del podio -el italiano Matteo Rizzo fue bronce- después de varias caídas que le sacaron mentalmente de su ejercicio. El colofón perfecto de la trayectoria de Javier Fernández en una despedida dolorosa para el deporte español y para el patinaje mundial. Así se lo hizo ver el pabellón, que repleto de banderas españolas, se puso en pie para brindar honores a uno de los mejores de todos los tiempos.
Este enero se han cumplido 13 años del debut de Javier Fernández en un Europeo. Fue en Varsovia en el año 2007. Con quince años y entre los acordes de la banda sonora de Dragon, la película sobre la vida de Bruce Lee, se plantó sobre el hielo de Polonia para realizar su programa corto. Se cayó tras el primer salto. También se fue al suelo en el segundo. Finalizó vigesimoctavo sin alcanzar una puntuación suficiente para poder mostrar a los jueces su programa libre, esos cuatro minutos y medio que, como se ha podido ver en Bielorrusia, son decisivos en este deporte. Apenas 270 segundos sobre los que Javier Fernández ha cimentado su legado, enorme, para el patinaje sobre hielo español.
No ha sido fácil el camino. Hablar de la biografía del patinador es hablar de una vida lejos de su familia. Comenzó a patinar en Majadahonda y, a los 14 años, ya considerado una promesa, se marchó al Centro de Tecnificación de Jaca. A los 17 hizo la maleta rumbo a Estados Unidos en busca del profesionalismo en este deporte. No había ayudas suficientes para el patinaje sobre hielo en España, una disciplina con pocas licencias y menos clubes federados.
El expatinador ruso Nikolai Morozov se fijó en él y se lo llevó a Nueva Jersey. A aprender durante el día y a dormir en un sofá por las noches. Morozov costeaba los viajes, el material y las clases. A su familia le tocaba pagar el resto. Más tarde, aparecería Brian Orser, histórico patinador canadiense, que se lo llevó a Toronto para perfeccionar al alumno perfecto. El resultado fue, no solo su dominio absoluto del patinaje europeo -solo dos patinadores en la historia han logrado siete oros consecutivos-, sino también dos oros en los campeonatos del Mundo y un bronce olímpico. A su carrera solo le faltó el oro en los Juegos. «Estaba un poco triste porque hace 21 años que me entreno para competir. Pero es el tiempo de dejarlo. He tenido una gran carrera y he logrado más de lo que pensaba», dijo tras su último éxito de ayer en Minsk.
Javier Fernández se retira dejando un hueco enorme en una disciplina que él se ha encargado de dar a conocer al gran público en España. Deporte, interpretación y baile en cuatro minutos y medio. Una leyenda forjada en un abrir y cerrar de ojos.