María Vilas: «No sé si llegaré a Tokio»

Sofía Toro

DEPORTES

Jorge García / Lois Balado

María Vilas fue, y es, una de las mejores nadadoras gallegas de todos los tiempos. Pero el esfuerzo al que le sometió su preparación para Río 2016 le produjo un cuadro depresivo y se alejó de la natación un tiempo. Reconciliada con la piscina, volvió a Pontevedra para tantear el camino a sus segundos Juegos, pero enfocando el día a día de otra manera. Recuperada la sonrisa, protagoniza la tercera entrega de las conversaciones de Sofía Toro con otras deportistas de élite.

04 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Los deportistas de élite vivimos situaciones de presión en torno a la competición en donde las duras cargas de trabajo pueden causar grandes problemas. El caso de María Vilas (Ribeira, 1996), que dejó la natación después de participar, con apenas 20 años, en los Juegos Olímpicos de Río, es uno de los que hacen pensar dónde están los límites del alto rendimiento. Ella decidió dejarlo todo y pasó dos años separada de la piscina, viviendo en Madrid y dedicándose a trabajar y estudiar. Hoy hablamos en la piscina del Centro Galego de Tecnificación Deportiva de Pontevedra, donde vivió y entrenó la mayor parte de su carrera y donde se prepara desde hace unos meses para volver a su mejor nivel.

-Ha sido una sorpresa ver que estás de nuevo entrenando. ¿Desde cuándo has vuelto?

-Llevo tres meses entrenando en Pontevedra, volviendo a la rutina del deporte ya que he estado parada durante casi dos años. Vuelvo a tener los mismos entrenadores que tenía antes de marcharme pero ahora tengo otros objetivos.

-Tengo que contarte que yo fui un intento de nadadora ya que competía cuando era pequeña. Por lo que sé un poco lo sacrificado que es y que tuviste que marcharte muy pronto de casa.

-Me vine aquí con 13 años, cuando empecé tercero de ESO, para vivir, estudiar y entrenar durante cinco años. Este centro es como mi casa.

-En este tema, yo os tengo un poco de envidia. Me hubiera encantado vivir en una residencia con otros deportistas. Cuando fui a Londres solo conocía a los de vela y te das cuenta de que los demás se conocen todos. Me imagino que aquí habréis compartido muchísimas experiencias.

-La verdad es que me siento muy afortunada por haber compartido estos años con deportistas de otras disciplinas. Conocer a gente que comparte lo mismo que tú crea unos vínculos muy fuertes.

-¿Hasta qué edad estuviste aquí y por qué te fuiste?

-Estuve hasta los 18 años. Antes de Río hacía muchas concentraciones con la selección española y entrenaba con el grupo de Mireia Belmonte. Fue una época en la que me costaba psicológicamente estar al cien por cien y veía que el alto rendimiento requería cosas que yo con esa juventud no estaba preparada para afrontar. Llegó un momento en el que comprendí que si quería hacer la mínima para los Juegos Olímpicos tenía que marcharme y decidí apostarlo todo. Dejé los estudios y me dediqué solo a entrenar.

-¿Irte a Barcelona cambió mucho tu vida?

-Allí las rutinas estaban enfocadas exclusivamente al entrenamiento. No teníamos tiempo para nada más. Me levantaba a las siete y entrenábamos hasta las doce, comíamos, descansábamos un poco y otras cuatro horas de entrenamiento. Además hacíamos muchísimas concentraciones en Sierra Nevada, Sudáfrica, Font Romeu y competiciones. No parábamos.

-¿Y el fin de semana?

-Depende de donde estuviéramos, pero muchas veces no existían los fines de semana.

-Ya, eso me pasa a mí, cuando estoy de concentración ya no sé ni en qué día vivo, y cuando llego al supermercado veo que está cerrado y es cuando me entero.

-Al final nuestro día a día es entrenar y da igual que sea domingo o martes.

-¿Mirando hacia atrás cambiarías algo?

-Si tuviera que volver atrás no cambiaría nada. Cumplí un sueño que tenía desde pequeña. Pero, si lo pienso bien, para mí ir a los Juegos fue algo que me llenó solamente en el momento de hacer la mínima. Notaba que en mi día a día me faltaba algo. Luchar por un objetivo me llevó a centrarme solo en él y olvidarme de lo importante, porque llegó un momento en el que ya no disfrutaba de entrenar.

-¿Qué recuerdo tienes de Río?

-Fue una de las mejores experiencias de mi vida, pero en lo deportivo no fue para nada mi mejor competición, Todo lo que viví lo valoro muy positivamente y, aunque sabía que no iba bien preparada y todo lo que había pasado, la experiencia que me llevé me quedará para siempre.

-Después de Río pasaste a entrenar en Madrid.

-Sí, sabía que lo de Barcelona sería solo durante el año olímpico, no estaba preparada para aguantar eso durante más tiempo. Tenía que buscar otra forma y encontrar otro camino para seguir. Así que decidí cambiar la rutina para ver si me daba fuerzas para disfrutar entrenando. En Madrid lo tenía todo, pero mi cabeza necesitaba un respiro. Lo que pasó es que cuando tomé esa decisión no estaba en un buen momento y no estaba segura de querer seguir nadando.

-Y acabaste dejando la natación.

-Nadar es lo que llevo haciendo toda la vida, al principio tenía miedo, pero coincidí con un entrenador que me ayudó mucho a nivel personal y una psicóloga que me conocía desde pequeña. Ellos me ayudaron a centrarme y pensar qué era lo que realmente quería. Me ayudaron a tener la confianza que necesitaba para tomar la decisión y anteponer mi yo personal al deportivo.

-Decidiste quedarte en Madrid.

-Creía que lo mejor era salir de la burbuja en la que había vivido toda mi vida y empezar de cero. Si volvía a Ribeira seguiría siendo María la nadadora.

-Sin embargo, no tardaste en volver a la piscina.

-Al principio no quería ver una piscina cerca, pero luego me apunté a un club por seguir haciendo algo de deporte, y mantener la forma física y fui recuperando las ganas de ir a nadar. Nadaba de una manera distinta, no quería compromisos y solamente competía en los campeonatos de clubes.

-¿Ahora, entonces, volviste a Galicia? ¿Estás de vuelta?

-Cuando pasó ese ciclo de negatividad en el que mi cabeza dijo hasta aquí, empecé a sentir que necesitaba cerrar una etapa que había dejado abierta. Yo no dejé la natación porque yo quisiera, yo lo dejé porque mi salud mental y mi salud física no estaban preparadas para seguir. En el fondo de mi cabeza sabía que me quedaba mucho por dar, no sé si mejoraré los resultados, pero sé que me quedan cosas por sacar, por entrenar más y por disfrutar más. Cuando estuve preparada llamé a mi entrenadora actual y me dio todo su apoyo para volver a Pontevedra.

-¿Tokio es el objetivo?

-Quedan dos años para los Juegos, y no sé si voy a llegar, lo que sé es que quiero entrenar y volver a disfrutar nadando. Quiero ser mi mejor versión. A partir de ahí vendrá lo que tenga que venir. Este año no tengo ningún objetivo más que entrenar y ponerme a tope. Voy a hacerlo lo mejor que pueda y aprovechar esta oportunidad que no tiene todo el mundo de hacer deporte de alto rendimiento.