Jugarse la clasificación para la Eurocopa contra una selección como la de Islas Feroe es un castigo. Fue un partido sin tensión, sin apenas ocasiones, sin brillantez. Con poco talento y sin intensidad. Más bien parecía, en muchas fases del encuentro, un entrenamiento. Fue, incluso, aburrido. Poco se aprende de un partido de este estilo, aunque haya sido oficial. Lo bueno es que España tiene tres puntos más, que ya nadie dudaba con antelación que iba a conseguir.
España dominó desde el pitido inicial. Mantuvo siempre la posesión ante un rival que se pasó la mayor parte del tiempo encerrado en su área, con una poblada defensa que apenas dejó espacios para que los atacantes de la roja pudiesen marcar.
Tampoco se puede esperar mucho fútbol de España cuando vemos sobre el terreno de juego a dos futbolistas que parecen intocables como Isco y Asensio, que están en pleno año sabático y que durante diez meses apenas hicieron méritos para enfundarse la roja.
También jugó Sergio Ramos, que llevaba dos meses sin vestirse de corto. Fue un partido más para engordar sus excepcionales estadísticas. La primera vez que tocó el balón marcó casi sin querer el primero de los cuatro de España. El capitán ya jugó 164 veces con la selección y amenaza el récord de Iker Casillas (167). Además, es el futbolista que más victorias consiguió (122), por delante del propio Casillas, Xavi Hernández y Cristiano Ronaldo. Anotó su sexto gol en la era Luis Enrique. Es el pichichi del nuevo seleccionador.
Y con todo esto, España goleó a un combinado de quinto o sexto nivel. Del nivel más bajo. En la primera parte se vio algo de interés. La segunda ya no tuvo historia, con un ritmo de entrenamiento y sin brillo. España encajó uno ante un rival que no le hace un gol ni al arco iris. Lo mejor, el resultado, que había un gallego en el once titular y que regresó Cazorla, un futbolista que bien se merece un homenaje.