Ha sido una final épica. Tanto por duración como por nivel. Y entre tanta épica, Federer tuvo grandes oportunidades para ganar, pero la consistencia, seguridad y solidez de Djokovic se impusieron.
Queda cierto sabor agridulce, porque hacía ilusión que Federer, un jugador a punto de cumplir los 38 años, pudiese ganar el partido. Y lo tuvo. En el primer set dispuso de la única bola de break, en el tercero tuvo otra bola de break y en el quinto dos pelotas de partido. Demasiadas oportunidades desperdiciadas. Más cuando enfrente tienes a un competidor nato.
Aunque el suizo sumó bastantes puntos directos, no sacó bien en los momentos decisivos. En los desempates fue dominado por Djokovic. Su gen ganador le hace sacar lo mejor de sí y a Federer siempre se le ha achacado su dispersión táctica en momentos clave. Contra Nadal estuvo impecable, pero ayer quizás abusó de los peloteos largos de fondo. El ser peor restador y el no lograr la iniciativa en el segundo saque le obligó a ello.
Destacar también el comportamiento de Nole. No es fácil aguantar con un público en contra. Ha mantenido las formas y no se ha hundido. Es tan fiero que en este tipo de situaciones se crece. Ha ganado un partido que tuvo perdido en varias ocasiones.