La formidable y longeva trayectoria de Roger Federer va devorando los récords de la historia del tenis. Si gana en Nueva York, con 38 años superaría al jugador que ganó un grande con más en edad en la era open, que no es otro que el australiano Ken Rosewall, que celebró su último grand slam en Australia, con 37 años y dos meses.
Integrante de una excepcional generación, en la época dorada del tenis australiano, Rosewall conserva varios récords en su dilatada trayectoria, como ser también el más joven en ganar el Open de Australia, con solo 18 años. Pequeño de estatura, pero con una movilidad extraordinaria y un revés cortado excepcional, Kenny se mantuvo 20 años entre los 10 primeros jugadores del mundo.
En 1956, tras ganar con Hoad el Grand Slam de dobles, se pasó al profesionalismo, lo que en aquella época significaba no poder disputar los grand slams. Se perdió 40 entre 1957 y 1967. Recién unificado el tenis profesional y amateur en 1968, ganó la primera prueba open en Roland Garros, una de las 8 victorias que ostenta en los grandes, donde solo Wimbledon se le resistió a pesar de alcanzar cuatro finales.
Primero el mítico Drobny (que alternaba el tenis con el hockey sobre hielo, en el que alcanzó la plata olímpica) le impidió coronarse en la catedral con solo 19 años. Dos años más tarde sería su compatriota y pareja de dobles Lew Hoad el que le superase en su última participación anterior a la época open. Ya en esta, con 36 años, Rosewall perdió su tercera final con otro gran jugador australiano, John Newcombe, y en 1974, cerca de los 40, era superado con facilidad por un joven americano, 14 años más joven, que también le ganaría 2 meses más tarde la final del US Open: Jimmy Connors.
Rosewall compitió a buen nivel hasta los 43 años, tras haber convivido con varias generaciones, desde Sedgman, Trabert, Seixas y Pancho González, pasando por Hoad, Laver, Olmedo, Gimeno, Santana, Pietrangeli y Ashe, hasta Newcombe, Roche, Stan Smith, Nastase, Connors…etc.
Eran los representantes de una época muy diferente a la actual: raquetas de madera, ausencia de tie break y descanso en los cambios, serrín para combatir el sudor de las manos en ausencia de sobregrips, más prestigio en las victorias que retribuciones económicas, pocos medios, mucha más deportividad, más variedad de superficies que posibilitaba una mayor variedad de estilos de juego…
Con la dificultad que conlleva comparar épocas tan diferentes, las personalidades y trayectorias de Rosewall y Federer tienen similitudes: ambos son admirados y queridos en todo el mundo. Ken destacaba al igual que Roger por una extraordinaria forma física; a ambos le han respetado las lesiones y ambos han demostrado una gran pasión por su deporte. Aman el tenis y lo disfrutan hasta el límite. Hace poco Ken declaraba que Federer era su favorito sentimental en todos los torneos en que participaba, que era el mejor que había visto, aunque en seguida corregía, «bueno, quizás Rod Laver en aquella época era más completo». Laver le impidió tener un mucho mejor palmarés. Federer le puede quitar un récord, pero suceda lo que suceda, nada alterará el gesto de un competidor educado en una generación, en la que la deportividad era consustancial a un juego tan bonito y espectacular como el tenis.