El título era difícil de ver hace 15 días; hoy es real tras el torneo en el que el italiano y sus ayudantes dejaron una mayor huella
15 sep 2019 . Actualizado a las 23:14 h.La presea de más valía cayó de forma inesperada en nuestro bando. Difícil de imaginar hace quince días que España sumase el segundo oro mundial de baloncesto. El primer cetro sin la presencia de Pau Gasol. Por eso es la conquista más valiosa de nuestro baloncesto. La más táctica. El paso que nos faltaba. Llevan rumiando unos cuantos profesores, nacionales e internacionales, que España se había terminado con la marcha de la generación de oro, léase Felipe, Pau, Navarro, Calderón y unos cuantos más. Les han pegado en la cara pero con muchas ganas. Mientras tanto España ha dado en el clavo a base de lo que mejor sabe hacer cada verano. Competir. Tiene nuestro equipo la maldita rutina de empezar perezoso, autocrearse problemas y poner en marcha el ventilador del «esto ya lo decía yo»...
Pero no. España creció de forma superlativa a cada paso. Argentina fue un muñeco. No tuvo ni la mínima oportunidad. Cero. Desde el salto inicial. Dicen que las finales hay que arrancar bien y marcar el patrón. Ese 12-2 fue determinante. Ya nada fue igual. Es más, llegado el inicio del último cuarto pareció un deja vu del Mundial de Japón 2006 y hasta pensamos en una paliza. Pero Argentina se parece tanto a nosotros que jamás entregó la cuchara. A falta de dos minutos escasos, con 16 puntos abajo, dijo basta. Pidió clemencia. Ha sido un placer ver un rival tan respetuoso con el juego e inferior en el 90% del juego pero con un orgullo como nadie.
El rebote fue abrumador. Nuestro boquete principal se convirtió en aliado. Fue apabullante la superación española en ese aspecto. Preparó el partido Scariolo y su staff nuevamente al dedillo. Una verdadera lección del italiano. De largo sus mejores éxitos como profesional van ligados a este grupo. Ellos se llaman La Familia.
Se juntan los veranos y nos hacen soñar. Y este 2019 me parece irrepetible. Sé que Ricky se llevó además el MVP del torneo, pero puntualizar que el capitán del equipo, Rudy Fernández, ha sido mayúsculo en este torneo. Ha pasado de pensar en ser la estrella, a ser el mejor jugador de equipo en el mejor Equipo, con mayúsculas, del Mundo. Ni más ni menos. Marc, Claver, Pau Ribas, Willy, Juancho y Lull chapeau. Ayer la sorpresa la tenían guardada para Oriola. Otra variedad táctica de Sergio Scariolo. Un Sergio y staff, de diez. Extraordinario.
Y un enorme chapeau a todos los jugadores de las horrorosas ventanas FIBA. La medalla también es de ellos.
Doblete histórico del seleccionador
Oscar Bellot / Colpisa
Sergio Scariolo es ya leyenda del baloncesto español. El oro en el Mundial de China, logrado el mismo año en que amarró el anillo de campeón de la NBA como asistente de Nick Nurse en los Toronto Raptors, permite al transalpino firmar un doblete histórico para coronar un año de ensueño y acallar las voces que ponían en duda un año atrás la conveniencia de que la Federación Española mantuviese al preparador de Brescia al frente cuando optó por cumplir su anhelo de probar fortuna en la mejor competición del planeta. Jorge Garbajosa no tuvo dudas. Le sostuvo contra las críticas y el cetro planetario conquistado en el Wukesong Sport Center de Pekín ha validado con creces su apuesta.
Pepu Hernández ya no está solo en el panteón al que ascendió hace trece años en Saitama. Sergio Scariolo dio el segundo mundial de su historia a una selección que por primera vez en dos décadas tuvo que afrontar un gran torneo sin el concurso de los Júniors de Oro, esa generación del 80 que deparó los momentos de mayor gloria del baloncesto español y dejó ya en un recuerdo borroso la plata olímpica de los Corbalán, Llorente, Epi, Martín y compañía que hasta su advenimiento constituía el cénit español.