Las restricciones en Francia hasta mediados de julio provocaron la decisión
15 abr 2020 . Actualizado a las 09:12 h.El aplazamiento del Tour de Francia, tras el anuncio del presidente francés Emmanuel Macron de suspender todas las actividades deportivas hasta la segunda quincena de julio, era cuestión de tiempo. Desde el Elíseo, se añadieron todavía más dudas sobre la ronda gala, un evento que se enfrenta por primera vez a una situación parecida. Sus organizadores guardaban silencio. Al menos de manera oficial, porque este martes todos los medios franceses se hicieron eco de los planes del Tour que abandonará su tradicional emplazamiento en el mes de julio para asegurar que la prueba se pueda celebrar. La Grande Bouclé se correrá finalmente entre el 29 de agosto y el 20 de septiembre, después de que los organizadores se vieran obligados a renunciar a la programación inicialmente previstas a causa de la crisis del COVID-19.
Las nuevas fechas obligarán a cambiar el calendario de la Vuelta a España, que estaba prevista entre el 14 de agosto y el 6 de septiembre próximos. El mundo de las dos ruedas acatará la decisión, consciente de que la carrera francesa es la joya de la corona de este deporte y su prioridad sobre el resto de eventos está fuera de toda discusión.
Previsto inicialmente del 27 de junio al 19 de julio, el calendario ubicaba la carrera de lleno en las restricciones realizadas ayer por Macron. Un problema más. Solo uno de ellos, porque el confinamiento está causando estragos en los planes de preparación de los ciclistas, que apenas hubiesen podido prepararse para la gran salida. El mandatario galo, por si hubiese dudas, se encargó de echar la última palada de arena para precipitar una decisión que muchos veían como inevitable.
La incertidumbre pendía sobre la prueba. Así lo dejó claro el ministro del Interior francés, Christophe Castaner. «Corresponde a los organizadores analizar su capacidad de organizar un aplazamiento», declaró el responsable de la cartera dejando la pelota sobre el tejado de ASO (Amaury Sport Organisation), organizador del evento. Lejos de los focos, los responsables llevaban ya tiempo realizando rondas de consultas a los alcaldes de las localidades por las que debería transcurrir el pelotón. Aunque nada se supo sobre el anuncio de una decisión al respecto. Todo eran suposiciones hasta que ayer el periódico francés Le Dauphiné Libéré adelantó la exclusiva.
Descarte de alternativas
Las quinielas apuntaban a que el cambio de planes podría pasar por dar salida a la carrera a finales de junio dejando que la competición se adentre en el mes de agosto. La hipótesis, que tenía la simplicidad de la evidencia, se encontraba, no obstante, con varios problemas. Uno era la proximidad con la supuesta fecha del levantamiento de las restricciones. Que nadie podría asegurar que no volvería a cambiar. Reprogramar el esparrin del Dauphiné y la capacidad hotelera limitada durante la primera quincena de agosto eran otros de los inconvenientes de este plan.
Ante ese escenario o el de incluso retrasar el Tour hasta septiembre, se impuso la opción de ocupar las fechas destinadas para la Vuelta, también organizada por ASO. Sin duda un contra, pero que se ha consolidado como el mal menos para poder salvar la ronda francesa y, en la medida de lo posible, los ingresos que genera a este deporte. Ahora la Vuelta tendrá que buscar su encaje. Su director Javier Guillén, ya había previsto este escenario. «Que se haga el Tour es lo más beneficioso que nos puede pasar a todos», llegó a decir en una radio francesa.
Una piedra más en la centenaria y accidentada historia de la carrera francesa
Dramas, interrupciones, dopaje... en su centenaria historia el Tour de Francia, que se enfrenta ahora a la encrucijada del coronavirus, ha pasado por períodos difíciles desde prácticamente sus comienzos. Si eran habitual los saqueos y los tiroteos al pelotón desde sus primeras ediciones, en 1914, el Tour tuvo que enfrentarse a momentos claves de la historia. El 28 junio de aquel año comenzó la carrera. El azar quiso que ese mismo el día ocurriese el atentado en Sarajevo contra el archiduque Francisco Fernando que desencadenará las hostilidades de la I Guerra Mundial. El siguiente Tour de Francia, el 13º, no se disputará hasta 1919, año de la creación del maillot amarillo.
Veinte años más tarde, la edición de 1939 arrancó sin los corredores de varios países (Alemania, Italia, España) y evitó las regiones del norte y el este de Francia. Finalizó un 30 de julio, poco más de un mes antes de la entrada de Francia y del Reino Unido en el conflicto contra el régimen nazi. Al año siguiente, el fundador del Tour, Henri Desgrange, abrió la puerta poco antes de morir a la posibilidad de una carrera con el recorrido reducido. Sin éxito. No habrá Tour de Francia hasta 1947.
En 1978 fueron los propios ciclistas los que pusieron en jaque la carrera. En Valence d’Agen, Bernard Hinault y el resto del pelotón echa pie a tierra cerca de la meta. ¿El motivo? El elevado número de traspasos y los escasos períodos de descanso y en 1982, una manifestación de obreros de la siderurgia a provocó la anulación de la contrarreloj por equipos.
El caso Festina y la amenaza del dopaje que coronó a Armstrong fueron el último gran golpe a un evento que trata de olvidar aquellos años de plomo.