Los efectos de la pandemia sobre las obras faraónicas del Bernabéu y el Camp Nou

I. Tylko / P. Vrignon-Etxezaharreta COLPISA

DEPORTES

Jesús Hellín

El club blanco pide jugar en Valdebebas para poder acelerar el proyecto y el azulgrana busca un patrocinador con el tirón de una causa solidaria

22 abr 2020 . Actualizado a las 14:50 h.

La aguda crisis económica derivada de la pandemia del nuevo coronavirus ha creado incertidumbre incluso sobre las obras faraónicas que clubes como el Real Madrid y el Barcelona han puesto en marcha para modernizar el Santiago Bernabéu y el Camp Nou y que esperaban acelerar con la tradicional ausencia de partidos por el parón estival. Tanto es así que el club blanco ha pedido jugar lo que resta de temporada, cuando Sanidad de luz verde al regreso de las competiciones, en el estadio Alfredo Di Stéfano de Valdebebas. Una opción que va cogiendo fuerza y que no debería encontrar el rechazo de la LaLiga ni de la UEFA, en el que caso de que el equipo de Zinedine Zidane hiciera la machada de superar en el Etihad el inquienante 1-2 cosechado ante el Manchester City en Chamartín.

No habría problemas de calendario con el Castilla, habitual inquilino del Di Stéfano, al decidir la FEF suspender de forma definitiva la competición en Segunda B. Por su parte, el Barça anunció tras una reunión extraordinaria de su junta directiva que cede los derechos comerciales del apellido del Camp Nou (los conocidos como title rights) a su fundación. Esta será la encargada de buscar el pacto con una empresa por una temporada y los beneficios que se obtengan irían a parar a la lucha contra el coronavirus. En el fondo, sin embargo, subyace otro asunto. Hace tiempo que el club azulgrana busca un patrocinador para el estadio barcelonista, en el marco de la financiación del Espai Barça. El club desea un acuerdo por 25 años, pero no lo tenía ultimado y la próxima campaña no iba a poder empezar esa relación contractual de largo recorrido. Por ello, ha tomado la decisión de asociar el nombre de su estadio a una empresa durante un ejercicio por una buena causa y así impulsar el necesario acuerdo de patrocinio.

En torno al Santiago Bernabéu, feudo del Real Madrid desde 1947, las grúas retomaron el trabajo el pasado martes, tras una suspensión de dos semanas por la epidemia del nuevo coronavirus. La reforma del Bernabéu, que prevé envolverlo en una piel de acero y cubrirlo con una tejado retráctil, debía finalizar, en principio, en octubre del 2022, tras empezar en el verano de 2019. Las obras avanzaron durante la temporada sin afectar al calendario deportivo. Pero la pandemia puede ser el palo en las ruedas del Real Madrid, que ha pedido un préstamo de 575 millones a 30 años, que le supondrá devolver un total de 796,5 millones de euros, intereses incluidos, para pagar la reforma.

Compromisos adquiridos

Sobre la misma flota una incógnita: la fecha y la forma en que se reanudará el fútbol en España. «Hay clubes que tenían pensado hacer reformas en sus estadios en verano y que es muy difícil que puedan romper sus contratos», anticipó Javier Tebas, presidente de LaLiga. «El Real Madrid jugará en verano si jugamos todos los equipos», añadió. «El problema de las obras es que una vez que has empezado, difícilmente las puedes parar. Los compromisos económicos ya están realizados, y los socios están ahí empujando, entonces no se entendería el pararlo, otra cosa es que se pueda alargar un poco más en el tiempo», explica Fernando Lera, profesor de la Universidad de Navarra y miembro de la Sociedad Española de Economía del Deporte. De ahí la solicitud de recluirse en el Di Stéfano, sobre todo porque las once jornadas de Liga que restan serán a puerta cerrada.

En el Barça la situación es aún más compleja. El Espai Barça, proyecto estrella del presidente Josep Maria Bartomeu para reformar el Camp Nou y sus alrededores, que debía empezar en el 2017 y acabar en el 2021, apenas ha empezado. Y para más inri, Bartomeu, que ya se vio sacudido por varios asuntos a principios de 2020, ha visto ahora cómo dimitían recientemente seis de sus directivos sumando dudas al proyecto.

El coste total, estimado al principio en 600 millones de euros, debía financiarse con 200 millones de un préstamo, 200 millones aportados por el club y 200 más de un patrocinador que añadiría su nombre al estadio. Sin embargo, hace varios meses que el Barça pena para lograr ese espónsor. Y los potenciales auspiciadores podrían mostrar cierta reticencia ante las agitadas aguas en la dirección y la cercanía de unas elecciones previstas para el 2021.

El club azulgrana podría dejar de ganar unos 300 millones de euros por la falta de este patrocinador. Suficiente para obligarle a revisar su estrategia. La directiva aceptó que el nuevo plan de financiación, que asciende a 800 millones de euros y comprende un préstamo más en consecuencia, sea sometido al voto de los socios del club. Lo que puede sembrar más interrogantes sobre tan ambicioso proyecto.

La Cattedrale di Milano, el Stadio Della Roma o el Bramley-Moore Dock del Everton, otros proyectos pendientes 

No sólo el Real Madrid y el Barcelona cuentan con adecuar sus viejos estadios a la evolución del fútbol a lo largo de los próximos años. En Italia, por ejemplo, el mítico San Siro, hogar del Inter y el Milán, será historia y dará paso en esta década a una nueva edificación justo al lado, con capacidad para 60.000 espectadores, un desembolso de casi 700 millones de euros y un nuevo apodo: La Cattedrale o Gli Anelli di Milano. Otro grande de la Serie A como la Roma ya diseña el Stadio Della Roma, para dejar atrás el viejo Olímpico. Se desconoce cuándo se iniciarán y concluirán las obras, pero sí ha trascendido que será uno de los mayores emblemas de la ciudad, tendrá una capacidad para 52.500 espectadores y costará cerca de 1.000 millones.

En Inglaterra, un clásico como el Evertoon anunció un ambicioso proyecto para dejar el obsoleto Goodison Park, que pasará a llamarse Bramley-Moore Dock. Dispondrá de 12.000 butacas más que su predecesor (40.000) y tendrá un coste de 600 millones de euros. En los Países Bajos, el Feyenoord pasará a disponer del estadio más grande de la Eredivisie, con capacidad para 60.000 personas. Honrará al mítico De Kuip manteniendo la forma de cuenco, con un desembolso d 500 millones.

Más lejos, y con vistas al polémico Mundial de Catar 2022, está país levanta muchos estadios vanguardistas. Entre ellos destaca el que acogerá la gran final, el el Lusail Iconic Stadium, con un aforo para 80.000 espectadores, que se reducirá tras la Copa del Mundo. El coste estimado ronda los 700 millones de euros.

Más pequeño, el complejo deportivo auspiciado por David Beckahm para su Inter de Miami. 20.000 localidades, un complejo hotelero de lujo varios campos de fútbol y un enorme parque público , el Miami Freedor Park. Unos 900 millones de euros para levantar esta magnífica instalación.