A los 34 años, el portero gallego, de padre escocés, fue el gran héroe en el retorno del histórico Sabadell a Segunda
28 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.A los 34 años, Ian Mackay (A Coruña, 14/7/1986) ha vuelto a disfrutar de las mieles del triunfo, al ascender con el Sabadell a la Segunda División. Además, lo hizo con un protagonismo singular, de esos que quedan para la historia de los clubes, pues fue determinante en las tandas de penaltis en las eliminatorias frente al Atlético de Madrid B y Cultural Leonesa, así como con otras paradas de mérito en el partido decisivo contra el filial del Barcelona. Curtido en mil batallas, con una mochila llega de alegrías y disgustos, no le gusta lo de ser el héroe del ascenso. «Solo hice mi trabajo, estoy para ayudar al equipo, soy uno más. Cuando hay tandas de penaltis, el portero siempre se convierte en el protagonista. Tuve la suerte de estar acertado».
No fue su primer ascenso, ya subió al fútbol profesional con la Ponferradina y celebró otro de Tercera a Segunda B, aunque lo festejó en el campo loco de alegría, como si fuera el primero. «El Sabadell confió en mí, me llamó para formar parte de este proyecto y desde el primer momento tuve buenas sensaciones. De hecho, yo convencí a Héber Pena, al que conocía de mi paso por el Racing, para que fichara. “¡Vente tío, que vamos a ascender!”, le dije y así fue». Destaca que el único secreto del Sabadell para subir fue el buen ambiente. «El vestuario era espectacular, somos una familia, nos ayudamos todos. Miras al de al lado y ya sabes que va a responder. Yo lo veía clarísimo, era imposible que esta panda de locos fallara».
Mackay sigue vistiendo de rosa en memoria de su madre. «Cuando firmé en el Sabadell —explica— vino el utillero y me dijo que tenía la camiseta rosa preparada. Era un amigo, me conocía de mi anterior etapa en el Sabadell en la 2011/12». Además, en uno de sus guantes lleva escrito el nombre de su madre y en el otro el de su padre. Ambos ya fallecidos. Son los guantes que alzó hacia el cielo al final del partido decisivo contra el Barça B. «Este ascenso se lo dedicó a ellos, son los que me protegen desde ahí arriba, los que me ayudaron a conseguir este éxito», explica.
Asegura que para todos fue un sueño cumplido. «Cuando firmé en el Sabadell, nadie daba un duro por nosotros, la gente incluso pensaba que valía salvarse en la última jornada. Yo vi un proyecto bueno y confiaba en que se podía hacer una gran temporada. La fase de ascenso me gustó, fueron diez días de fútbol total, lo prefiero a las seis semanas del play off habitual, aunque fue extraño, celebramos el ascenso en el campo, aunque al no poder hacerlo con la afición y la familia cerca, se te hacía raro».