El golpe que acelera la progresión del Dépor

DEPORTES

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Los cambios de once y sistema tras la lesión de Derik Osede perfilaron la mejor versión blanquiazul, que arrancó en una charla de Bergantiños mientras retiraban al central

05 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

De manera antinatural, el Dépor que era empezó a parecerse por fin al Dépor que debería ser. Sucedió casi por accidente, un parto forzado en el que todo sale bien. Ningún escenario más propicio que un césped de mentira, con el caucho salpicando en cada patada al cuero, para este alumbramiento artificial. La consumación de lo que Fernando Vázquez ha ido preparando en la probeta de Abegondo y San Tirso y que solo se había visto en tramos breves de los dos primeros duelos del curso. Sin llegar al 4-4-2 sobre el que el técnico desarrolla la mayoría de sus entrenamientos (también el de ayer) y al que reconoce tener querencia, pero sí aproximándose a él a través de la medular. Un doble pivote sobre el que construir por iniciativa propia, antes de que el adversario golpee o cierre las vías al gol.

En Salamanca, la reacción tomó quince minutos y no respondió a ningún revés en el marcador, favorable desde el dos. Fue consecuencia de un percance físico, que se llevó por delante a Derik Osede y al planteamiento original. Nadie entendió más rápido que Bergantiños lo que implicaba la lesión del central, tanto para él como para el resto del conjunto blanquiazul. Fue ver caer al zaguero y saltar a Fernando Vázquez en la grada, reclamando que Uche se pusiera a calentar, y de inmediato organizar un cónclave entre compañeros para traducirles la decisión.

«Álex tiene esa voz de veterano, de líder y capitán, y en ese momento hizo lo que debía hacer: transmitirnos cómo teníamos que actuar con los cambios. Nos dijo que debíamos juntarnos mucho, estar muy fuertes y hablarnos constantemente para corregirnos», detalla Lara, que recorrió varios metros para escuchar las instrucciones. Se sumó a un corro en el que solo faltó Abad y que se mantuvo durante el largo tiempo que duró la atención médica al zaguero y su posterior retirada. Los gestos de Bergantiños trazaban el nuevo radio de acción del personal.

«Después de eso nos tuvimos que acomodar un poco. Pasar de un 4-1-4-1 a un 4-2-3-1. Ajustarnos a un repliegue más intenso, casi en el medio campo. Estuvimos bien y eso demuestra que estamos adaptados y conscientes de adoptar el rol que se nos asigne en los partidos», reflexiona Borges, uno de los más afectados por el efecto dominó.

El tico abandonó la compañía de Nacho González, a la espalda de Beauvue, y se sumó a Uche Agbo, varios metros más atrás. «Es un doble mediocentro con muchas posibilidades», admitía tras el encuentro Fernando Vázquez, resaltando que «Celso subió especialmente su nivel» durante un choque en el que ocupó casi todo el tiempo una plaza en la que está más rodado. Impuso su físico en los duelos, ahorró en carreras gracias a su colocación y llegó entero al final del encuentro, originando incluso varias contras claras que no tuvieron buen final.

También vieron alterados sus papeles Nacho y Lara, con más espacio para progresar y mayor participación en fase ofensiva. Ventaja clara, especialmente para el extremo, acostumbrado a recortar hacia dentro buscando la frontal. «En esta tercera jornada me he encontrado mucho mejor en el campo», destaca al respecto el andaluz. El último (o el primero) en reubicarse fue Bergantiños. Central de nuevo, frente a delanteros de talla mayor y en compañía de un Mujaid con carencias en el juego aéreo. El coruñés no hizo concesiones. «Demuestra inteligencia táctica para saber cuándo tiene que saltar. Sirve para todo —presume Vázquez—, si lo necesitásemos para barrer, sería un gran barrendero». Y el intérprete que precisaba la mejor versión blanquiazul.