
El fundador del equipo de Vilaboa falleció el pasado domingo a los 86 años
01 dic 2020 . Actualizado a las 18:47 h.Era el año 52. Un grupo de niños se buscaba la vida como podía para calmar la efervescencia que le producía el fútbol. La escasez dominaba, pero no se daban por vencidos. Liderados por Enrique Franqueira Edreira, Canoli, decidieron hacer rifas y sortear un par de zapatos. Lo recaudado le daría más que suficiente para comprarse su ansiado balón. Y así fue. Con su objeto más preciado comenzaron a disfrutar de sus pachangas en el Rueiro y establecer como base el bar Ribadavia en Vilaboa.
Ese balón atrajo a muchos jóvenes de la zona. Entusiasmados ya con el fútbol. Canoli y sus amigos decidieron dar un paso más. El Olympique de Roubaix se enfrentaba al Vasco de Gama en el Trofeo Herrera del 53. El nombre del equipo francés dio la base al futuro Olímpico de Rutis, que ya en el año 53 era una realidad. Con esfuerzo y devoción Canoli dio vida a un equipo que hoy en día acoge a cientos de niños. Su hijo Quique sigue en la actualidad entrenando a los más pequeños de un club que su padre, Canoli, fundó con orgullo.
Además de fundarlo, Canoli militó en el equipo de veteranos con más de 40 años. Le pegaba bien al balón, tanto que en los 50 el Deportivo quiso hacerse con sus servicios. Un problema ocular truncó aquel fichaje, pero Canoli era feliz en su equipo.
86 años después, Canoli se ha ido, pero su huella permanecerá imborrable.