Lideró al Chaston y a la selección española como jugador ; como técnico alcanzó la gloria en el extranjero
21 dic 2020 . Actualizado a las 22:52 h.Fue una leyenda como jugador, primer capitán de la selección española y buque insignia del mítico Chaston; y se ha convertido en una institución en Italia como entrenador, en donde alcanzó el hito de ganar la liga con dos equipos distintos en años consecutivos. Julio Fernández Correa (San Cibrao, 1961) es historia del deporte gallego.
-¿Coruñés o mariñano?
-Yo soy de San Cibrao, pero con siete años me vine a vivir a A Coruña. Así que presumo de tener la doble nacionalidad [se ríe].
-¿Cómo fueron sus inicios?
-Empecé en un equipo que llevaba mi cuñado y que era de funcionarios de prisiones y del juzgado. Tendría unos veinte años y ese fue mi debut federado en Salesianos, aunque lo compaginaba con balonmano. Yo jugué en el Oar Ciudad, hasta que un año tuve contactos con el Chaston y ahí empecé a jugar ya con ellos.
-¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza al hablar de aquellos míticos años del Chaston?
-La cantidad de gente nueva que conocí, muchos exjugadores de fútbol con los que empecé a tratar como Chapela, Vituco, Pellicer, Olaiz, Loureda... Los partidos en Salesianos eran una cosa espectacular. Metíamos 1.200 personas en un pabellón en el que ni se cabía.
-Cuente alguna anécdota.
-Yo estaba haciendo la mili y acabábamos de proclamarnos campeones de España. Recuerdo entrar en Cortefiel de marinero y salir de traje porque había la celebración. Y luego también una final agónica de Campeonato de España que habíamos tenido en A Coruña y se me ha quedado grabado en la mete verme entrar con la Copa llena de champán en Chaston.
-¿Y la Pantera Rosa?
-También. ¡Los hijos de los jugadores rivales intentaban robármela! [se ríe]. Fue un regalo que me hizo una novia. Yo veía a muchos porteros con amuletos y yo quería uno. Así que un día andando por la calle Real vi esa Pantera Rosa de peluche, me gustó y ahí empezó todo. Por cierto, la tengo en mi habitación todavía. Sigue a mi lado.
-Sigamos con curiosidades, ¿cuánto podrían cobrar en aquella época?
-En Galicia era todo prácticamente aficionado. A medida que se fue profesionalizando la cosa, sí que luego ya estaba el Interviú de José María García, con Abelardo y Amancio, y aquello era otra cosa. Yo era un ignorante en esos temas. Solo pensaba en jugar y reconozco haberme divertido muchísimo.
-Usted como portero fue el inventor de la figura de la cruz. ¿Cómo se le ocurrió?
-Yo veía que los porteros sudamericanos de fútbol salían a aguantar, no se tiraban; que los porteros de hockey doblaban la rodilla; y que en balonmano tenían una gran velocidad de piernas. Así que salió como una mezcla de los tres deportes. Sorprendió mucho porque significó una revolución, un cambio de cultura. Cuando empecé a hacerlo me metieron muchos goles por debajo de las piernas, pero lo fui perfeccionando y luego ya no les era tan sencillo. No hay nada que no salga sin trabajo y al principio no siempre fue bien.
-¿No le causa pena el bajón que ha sufrido el fútbol sala?
-Las ligas locales de A Coruña y de Ferrol eran auténticos acontecimientos sociales. Casi todos los locales de hostelería tenían un equipo y se cerraban hasta los negocios para volcarse en los partidos y llenar los pabellones. El mundo social se reunía ahí. Y luego los maratones en la costa lucense eran famosísimos, aprovechando las fiestas. Todo eso se ha perdido, supongo que por la diversificación del ocio.
-A Coruña pasó de ser referencia a no tener equipos en la élite masculina desde hace décadas.
-A Coruña era una ciudad puntera en el deporte, no solo en el fútbol sala. Por desgracia, creo que tuvo que ver el crecimiento desorbitado del Deportivo. Los patrocinadores se dedicaron más al fútbol y dejaron al resto de lado. Como evolución, siempre he dicho que el lema debería ser una ciudad, un club, en el que aglutinar a todos. Así no había ese problema de financiación. Una especie de Barça aplicado a A Coruña, con la facilidad de que las estructuras deportivas estaban hechas.
-¿Y eso se lo ha llegado a proponer al Dépor?
-Sí. Yo he hablado con diversos presidentes del Deportivo para intentar involucrarlos para que tengan una sección de fútbol sala. Pero por desgracia fue imposible. Yo creo que la inversión no sería tanta, pero ni siquiera entraron a valorarlo. Hay muchos clubes en España que se están metiendo y será por algo.
-Como entrenador ya intentó reflotar el fútbol sala en A Coruña y estuvo cerca.
-Fue un proyecto inacabado. Llegué al Loureiro y conseguimos el patrocinio de Coinasa con la ayuda del exdeportivista Nando. Sin él no hubiera sido posible. Solo duró un año y como no iba a salir adelante decidí dar un paso al lado, anunciándolo con tiempo para que el club pudiera revertir la situación. Lo intentaron y acabó desapareciendo. Yo me fui y lo más importante de mi carrera fue después, sobre todo en Italia.
En corto
-Una película.
-Pulp Fiction.
-Una canción.
-Love is in the air.
-Una serie.
-Juego de Tronos. Y, de las actuales, me quedo con The Mandalorian.
-¿Vino o cerveza?
-Entre los dos prefiero una copa de vino, pero solo los fines de semana. Es necesaria para una buena comida.
-Un lugar que recomienda visitar de los que haya estado jugando o entrenando.
-Venecia.
-Un referente de la infancia.
-Johan Cruyff. Y también me gustaba mucho de niño Perramón, un mítico portero de balonmano de finales de los años sesenta y los setenta.
-¿Cómo se ve dentro de diez años?
-Entrenando. Pero también me veo formando a futuros entrenadores. Es otra faceta que también me gustaría, si se dan las circunstancias.
-¿Se vería creando otro proyecto de fútbol sala en A Coruña?
-Sí, sí, yo siempre estaría dispuesto a reiniciar un proyecto de fútbol sala en A Coruña. Hacen falta ganas, yo las tengo, y luego habría que ver cómo encauzamos todo, de qué división partir o cómo hacerlo. Pero yo solo no tengo ninguna capacidad.
-¿Por qué eligió el fútbol sala y no el balonmano?
-Coincidió así. En aquel momento que compatibilizaba los dos deportes conocí a la gente del Chaston, que me acogieron de maravilla, formamos un gran grupo, y ya me quedé en el fútbol sala. No hubo otra razón.