Hace historia en el golf gallego gracias a su perseverancia, pero la pesca es su yoga
28 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Santiago Tarrío Ben (Touro, 1990) se expresa con mesura. Tan solo eleva el tono, dejándose llevar por la pasión, cuando menciona el reto que supone para él su profesión, el golf, y al hablar de pesca.
-¿Su año termina mejor de lo que empezó?
-Sí, pero con sabor agridulce, tras clasificarnos para el PGA Tour de México y a pesar de quedarnos a las puertas del European Tour. Ya preparo el 2021. Damos pasos hacia el objetivo. Lo importante es que no retrocedemos, aunque no vayamos a una velocidad muy alta.
-El golf no es para impacientes.
-Por muy bien que trabajes, no sabes cuándo obtendrás los frutos. Es muy duro mentalmente, dentro y fuera del campo. Hasta los mejores fallan mucho. Imagínate cinco horas, 72 golpes de máxima precisión. Hay que aceptar los fallos. E ir golpe a golpe, como diría Simeone. Eso, más la presión de mantener la tarjeta, patrocinadores, y tener en cuenta que es un deporte individual.
-¿Sobran estereotipos?
-Es cuestión de cultura. Ahora vienen profesionales a entrenarse a Galicia. Eso antes era impensable. Se puede achacar al clima, pero es la falta de cultura de golf. Hace que nos lleve todo más tiempo y haya que poner un plus de ganas.
-Hombre, el clima... peor es el de Escocia, cuna del golf.
-Exacto, pero en Galicia el golfista busca salir al campo a disfrutar con amigos y le da un poco igual la técnica. En Escocia, los aficionados entrenan mucho, sin afán de ser profesionales. Solo por mejorar. Eso impulsa al entorno. En Londres, de vacaciones, un vecino se enteró que yo era profesional y me pidió jugar juntos. Me prestó todo el material. Lo vivió intensamente, acabó emocionado. Y yo, en Tercera. Es muy satisfactorio compartir esto con quien lo vive.
-¿Es imposible sin patrocinio?
-En la élite necesitas un equipo que te haga salir con ventaja. Uno solo es imposible. ¿Lo podría asumir una familia? Buf, hay casos. Competir de una manera digna cuesta 80.000 euros. La mía no podía. Si empiezas desde abajo, los gastos son similares, pero los ingresos varían mucho y pierdes 40.000 euros al año en lo que sería Tercera División. En Segunda, va lo comido por lo servido y en Primera ya tienes beneficios. Yo estoy en Segunda. Es un suicidio intentar generar en dos torneos dinero para toda la temporada. Lo hice una vez y la presión es brutal.
-Y trabajó en hostelería.
-Cinco años, los mismos que llevo de profesional. Mi padre sigue. Lo están pasando mal.
-Ya que alude a los efectos de la pandemia. Menos mal que se dedica al golf...
-Para jugar sí, pero viajamos constantemente. Este año se salvaron quince torneos, pero con unas medidas que muchos decidieron no soportar. Aislados en habitaciones de hotel, PCR continuas... la vida se redujo a eso. La próxima temporada fijó ya tres torneos en Sudáfrica en febrero, sin confinarnos, pero con un grupo burbuja de tres personas.
-Cuente el primer día.
-Tenía 9 años. Había un regato y quería pasarlo. No me fui hasta lograrlo.
-¿Es agradecido el golf?
-Al contrario. No por más entrenar te saldrá mejor. Y tendrás altibajos. Pero esa complejidad técnica me atrae. Es un reto constante.
-Dio clases a niños.
-Mientras trabajaba en hostelería. Muchos eran buenos futbolistas, reacios a compaginar. Al año, eligieron el golf.
-Compaginar. Me vienen a la mente Bale, Nadal...
-Aduriz me vino a ver en el Challenge de Mallorca. Los tenistas y los beisbolistas tienen más ventaja, por su movimiento de cadera.
-¿Son diferentes los deportistas?
-Al afrontar los problemas, pero eso te lo da viajar, también. Es lo que me llevo. La cultura y la gente, lo mejor del golf. Sudáfrica me impactó para bien. Egipto, para mal.
-¿Hace planes a largo plazo?
-Más allá de la pandemia, el golf es muy volátil. Un torneo cambia tu vida radicalmente. Es mejor no pensar mucho en eso. Pero siempre estaré vinculado.
-¿Hay preconceptos?
-Que es aburrido o no es deporte. Ideas fuera de lugar que ya no me gasto en rebatir. Hay que tener la mente abierta. No suelo decir a qué me dedico, no soy de redes sociales. No me interesa la vida del prójimo ni mostrar la mía.
-Usted es pescador.
-La pesca es mi yoga. Empecé al mismo tiempo que al golf. Si tengo que elegir, lo echaré a suertes.
-¿Con muerte o sin ella?
-Las dos, sin prohibir ninguna, pero regulándolas bien, con cupos y tramos. El descenso de especies no es por el pescador. No hay ríos en buen estado en Galicia. Pesqué en Finlandia y es otra cosa. Y cómo los cuidan en Austria, conservando las pequeñas presas que hacían los labriegos.
-Se le nota pasión.
-Nací al lado del Ulla, un río peligroso. Hay que saber mucho para pescar en él. No me dejaron comprar mi primer vareador hasta los 16 años, pata que no me metiese. Me tengo quedado en islas por el caudal, le salvé la vida a mi padrastro, que se golpeó la cabeza contra una piedra en el Deza, el río más bonito de Galicia. Llegué por poco.
EN CORTO
Santiago Tarrío ha sabido encontrar recursos en los momentos en los que escaseaban. Muchos lo recuerdan de su etapa en el restaurante O Padriño, en Brión, y el Bar Angueira, en dirección Rois Padrón, los locales de hostelería que regentaba su familia.
-Se me estropeó la lavadora. ¿Me la arregla?
-Si lo dejas en mis manos, tendrás que comprar otra, seguro. Hasta podría convertirte esa lavadora en dos, con las piezas que me sobrasen...
-Voy a cenar a su casa. ¿Qué me prepararía?
-Pues de Primero de Cocina, lo que quieras: pasta, arroz, huevos, algo a la plancha... en mi casa, el poco tiempo que estoy, generalmente cocino yo.
-¿Consume música?
-En los viajes o en el coche, pero nunca entrenándome, porque me despista un poco. Me gustan casi todos los estilos, sobre todo pop, rock, incluso algunas de reguetón. Y de hip-hop. Pero nada de flamenco y sus palos.
-¿Series?
-Las veo en los aviones y, este año, en la burbuja del hotel. No podíamos salir de la habitación. Vi más este año que en toda mi vida anterior. Peaky Blinders, You, Fariña son mis preferidas.
-¿A dónde viajaría por placer?
-Viajo tanto por el golf, que lo que quiero en vacaciones es estar en casa. Aunque me gusta mucho irme de vacaciones a Asturias y Portugal, destinos cercanos, en coche, máximo tres días. Este año hice la ruta del Cares y el descenso del Sella. Eso sí, me gustaría ir a la Patagonia chilena de pesca con mi suegro. A unas cabañas. Seis días, intensivo.