La película del bueno, el feo y el malo

José Manuel Pose ÁREA TÉCNICA

DEPORTES

César Quian

24 ene 2021 . Actualizado a las 19:50 h.

El bueno de esta historia fue el Compostela. Un equipo que dio una lección de humildad y de fútbol. Cuando su entrenador decía en la previa que en Riazor se iba a ver buen fútbol, ese mensaje estaba destinado claramente a los aficionados compostelanistas. El derbi se lo llevó un conjunto con nueve jugadores gallegos, diez si se incluye a Pato Guillén, que lleva casi toda su carrera en Galicia. Un conjunto que solo hizo dos fichajes para reforzar una plantilla recién llegada de Tercera. Datos que únicamente demuestran que un modelo de juego se consigue con tiempo, más allá de trabajarlo muy bien. Y en eso hay que bajar a la realidad.

El feo es, por supuesto, aquellos a quienes les toca comentar lo que ven, exponiéndose a la crítica del entorno, frustrado por lo que esperaba encontrar en el Deportivo. Porque es prácticamente imposible rescatar nada bueno entre el espectáculo ofrecido.

El malo es el propio Dépor. Malo en todos los aspectos. Esta vez ha estado mal a nivel individual, mal a nivel colectivo, mal desde el primer al último minuto. Tuvo una única ocasión, que pudo haberle dado los tres puntos, pero la justicia se puso de manifiesto e hizo que el resultado registrara fielmente lo sucedido sobre el terreno de juego, e incluso se quedara algo corto.

El problema, en lugar de rebajarse ha crecido. Antes se sabía qué es lo que había y qué se trataba de hacer con ello. Ahora el espectador se puede sentir engañado. La anterior propuesta gustaría más o menos, pero respondía a la intención y a los recursos que el técnico creía manejar. Ahora, sin embargo, el espectáculo se prometía distinto. Y quizá pueda llegar a serlo, pero es de recibo empezar aceptando que el tiempo juega en contra. Cómo se puede manifestar la intención de retocar algo en profundidad cuando las jornadas por delante están contadas. En el fútbol, los proyectos exigen plazos largos.

Más allá de esto, recurrir al «mucho que decir y poco que contar». Todo lo que se diga sería reiterativo. La situación invita a un cambio de canal, a dejar de sufrir como se viene haciendo desde hace ya varias temporadas.