Recuerda su debut en el Dépor, club al que llegó pese a que su padre es del Celta
01 feb 2021 . Actualizado a las 17:18 h.Emilio Viqueira (Santiago, 1974) se reconoce como un hombre trabajador, claro, testarudo y quizás falto de paciencia para aguantar según qué cosas. Una forma de ser que le ha ligado al fútbol desde hace un cuarto de siglo. Como jugador, algo que añora; como director deportivo, que ahora aborrece; y en la actualidad como representante.
-¿Qué recuerda de sus inicios?
-Fueron en el Atlético Fátima, en su campo de tierra. Tiempos lejanos, pero maravillosos. Allí estuve hasta los 14 años y cuando quedamos campeones de España con la selección gallega, con Agulló, empezaron a llamarnos equipos a casa.
-Hagamos un paréntesis un su relato. Dice que juaba en tierra, No sé si muchos chavales de hoy aceptarían jugar en esa superficie.
-Precisamente mi padre es ahora el presidente del club y cuando tengo vacaciones llevo allí a mis hijos y jugamos un poco al campo, que sigue siendo de tierra. Ellos se sorprenden y me dicen: 'Papá, es muy difícil jugar aquí'. Pero yo cuando voy a algún campo de tierra siento añoranza.
-Sigamos. Me decía que lo empezaron a llamar muchos equipos. Eligió al Dépor.
-Con 15 años yo me había ido a Venezuela a jugar con la selección española y a la vuelta mi padre me dijo que ya había hablado con el Deportivo. Apostamos por que fuera a A Coruña porque tenían un proyecto bonito con la base. Mi familia sabía que iba a estar en una buena residencia, en el Liceo La Paz, y fue lo que decidimos. Mi padre era del Celta y eligió el Deportivo. Todavía me lo recuerda a menudo.
-Y el Dépor le hizo debutar.
-Fueron años bonitos, con Corral y Beci en juveniles. Con Arsenio debuté en Copa en un partido contra el Oviedo, el míster estuvo muy cariñoso conmigo y me hizo sentir uno más. Luego con Toshack lo hice en Liga y fue el que realmente apostó por mí. Ese día en concreto con el Salamanca, fue muy peculiar.
-¿Por?
-El Deportivo jugaba el domingo y yo el sábado entrené con el Fabril. El primer equipo lo hizo a la misma hora y al acabar apareció en nuestro vestuario. Imagina, un vestuario de gente muy joven en el que estábamos haciendo el indio todos allí. Cuando entró se hizo el silencio y se dirigió a mí: '¿Viqueira? Tiene coche?', me preguntó, Le dije que sí. 'Pues le espero fuera y me lleva al hotel', me dijo. Y así fue. Yo de aquella tenía un Citröen AX pequeño, casi no cabe en él. Lo llevé al hotel, subimos a su habitación y me preguntó: '¿Tú tienes huevos a jugar mañana?'. Yo le respondí que claro, que tenía huevos a jugar cuando él quisiera. Acababa de cumplir 21 años, me presenté en el estadio sin haber entrenado con ellos, los compañeros estaban asombrados [Mauro Silva, Fran, Donato, Aldana...], y Toshack les dijo: 'Emilio va a ser titular' [el partido lo ganaron 2-0]. Y así fue cómo debuté en Primera. No lo he contado nunca, pero fue tal cual. Y además a partir de ahí él me dio confianza y mucho cariño.
-Pero como tantos canteranos y gallegos de la época, tuvo que salir y emigrar. En Andalucía encontró su segunda casa.
-El Dépor era muy grande entonces y Lendoiro nos dijo que el listón estaba muy alto para la cantera, cosa con la que no estoy de acuerdo, pero bueno. Me fui primero un año a Portugal y luego ya a Jerez y a Huelva. Está mal que lo diga, pero la verdad es que en Andalucía me han tratado mejor que en casa, y en muchos sentidos. Me sentí muy querido y guardo unos recuerdos espectaculares de esos dos equipos. Me costó adaptarme y recuerdo que los primeros meses fueron complicados. Yo no había ido mucho por el sur y fui a Jerez al día siguiente de casarme. Era agosto, llegué de noche y ya noté ese calor que me acompañó luego durante muchos años.
-Hasta su retirada.
-Los futbolistas somos unos privilegiados y además a mí me encantó siempre entrenarme. Lo disfrutaba todo y siempre fui un enamorado de mi trabajo. En los últimos años sufrí alguna lesión importante y ya fui viendo que era ley de vida, así que me fui preparando para dejarlo y seguir vinculado a él en otra faceta. Me preparé para ser director deportivo y el Jerez, que quería que siguiera jugando un año más, pero yo ya no podía, me presentó la opción de ser director deportivo. La cogí y ahí empecé en esa otra faceta.
-¿Y qué tal?
-Yo todo lo que he hecho en la vida ha sido intentando ser honesto. Si no ha salido algo es porque no supe hacerlo mejor, pero no por trabajo. En Jerez estuvimos a punto de jugar la liguilla para subir y en Tarragona cogimos a un equipo prácticamente desahuciado en Segunda B y con mucha deuda, conseguimos subirlo a Segunda y estuvimos a punto de hacerlo a Primera. Me fui dejándolo en Segunda.
-Y se fue al Lugo.
-Fui con mucha ilusión, con un proyecto, pero las cosas no salen siempre como uno quiere o se las imagina. Me tocó irme y ya está. Hay muchas cosas que no me han gustado y supongo que al presidente habrá otras que no le gustaron de mí, pero fui transparente y claro, que es algo que llevo en mi gen. Le deseo al Lugo y a su afición todo lo mejor, eso por descontado, tengo amigos allí y les deseo de verdad muchos años en Segunda o incluso en Primera. No guardo rencor, me quedo con lo bueno.
-Se fue y dejó la dirección deportiva.
-Sí, la dejé porque los directores deportivos somos un saco de boxeo que todo el mundo intenta machacar en un momento dado. No es gratificante. Cuando fichas a un jugador, antes incluso de presentarlo, ya te están criticando y si luego las cosas salen bien, pues es que es tu trabajo. Es una profesión muy difícil y quizás yo no tenía esa paciencia para aguantar ciertas cosas en un club de fútbol. Según mi forma de entender las cosas, un director deportivo es el que tiene que hacer el equipo y buscar el entrenador, pero como vi que eso es difícil conseguirlo, lo mejor es dar un paso al lado. Yo ahora estoy trabajando para una agencia de futbolistas, con la que he estado toda mi vida, Promosport, y he encontrado un sitio en donde me siento realizado. Sigo viendo fútbol igual, estoy en contacto con los jugadores e intento ayudarles, traspasándoles mis experiencias. Siempre hay momentos delicados e intento que no cometan los errores que pude cometer yo en un momento dado.
-¿No se ve como entrenador?
-No, no... Eso es muy complicado. Tengo los títulos, pero no me lo planteo. Tuve una experiencia en el Recreativo de Huelva, con el equipo juvenil de División de Honor, y no me ví... Los entrenadores son de otra pasta. Yo llevo a técnicos como a Vicente Moreno o a Xisco Muñoz, que acaba de fichar por el Watford, y les intento ayudar, pero yo no me veo.
EN CORTO
-Ser futbolista es...
-Maravilloso.
-Ser director deportivo es...
-Una putada.
-Ser representante es...
-Ilusionante.
-Si no fuese futbolista sería...
-Futbolista, no había otra posibilidad.
-¿Qué opina de la política?
No he votado en mi vida. Hay mucha gente que me dice que está mal, pero es que me pueden preguntar por un partido u otro y podría decir cualquier burrada. Veo muchas tonterías en televisión, pero no puedo hablar con propiedad.
-Una afición fuera del deporte.
-Todo el tiempo que tengo es para la familia. A mi mujer y mis hijos.
-Una película.
-Braveheart.
-Una serie.
-La casa de papel.
-Una comida.
-El chuletón.
-¿Cómo se ve dentro de veinte años?
-Espero que igual de feliz que ahora y con mi familia toda bien.
-Algo de lo que se arrepienta.
-De nada. Las decisiones que tomado unas salieron bien y otras mal, pero estoy contento con mi carrera.
-Una virtud.
-Soy muy transparente.
-Un defecto.
-Soy muy cabezón, o eso dice mi mujer.
-Su hijo juega en el Paiosaco en Tercera División. ¿Qué papel asume como padre futbolista?
-Me pongo en una esquina y veo el partido. Nada más. Si gana le animo y si pierde también. Lo único que no quería es que se lesionara y mira, cruzado, al final lo vivimos como si toda la familia estuviera lesionada.