A vueltas con la forma de pescar

Miguel Piñeiro ES ESCRITOR Y PERIODISTA

DEPORTES

Marcos Míguez

06 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde la independencia de mi profesión, entendiendo a ambas partes en conflicto, lamento ver a los pescadores enfrentados por la forma de pescar en vez de unirse para tener qué pescar.

Las propuestas de la Federación Galega de Pesca apoyadas por David Arcay y los dos ecologistas en el Comité Gallego de Pesca han reactivado a un colectivo mayoritariamente partidario de la pesca con muerte hasta el punto de que las sociedades colaboradoras (un 80 % de ellas) presentaron sus credenciales en el comité gallego desmontando las propuestas de la FGP.

Flaco favor se le está haciendo a la pesca continental con estas guerras intestinas que no benefician a nadie, además de ofrecer una imagen penosa —por ambas partes— en las redes sociales, donde el fanatismo y la ofuscación aplastaron el diálogo y el entendimiento.

La realidad es que debatir cómo pescar es baladí en una situación de penuria en la calidad de nuestras aguas.

El verdadero problema de los ríos gallegos radica en que no gozan de buena salud. Ese es el auténtico origen de la regresión de los salmónidos.

Además de una calidad de aguas muy deficiente fruto de vertidos, purinazos incontrolados, depuradoras que funcionan mal —o simplemente no funcionan—, del efecto nocivo de las grandes presas, de un furtivismo en auge y de otros factores altamente negativos como las especies invasoras; ahora la pesca se ve amenazada por un enfrentamiento pueril que nace de unas propuestas que no gozan del apoyo de la colectividad científica.

Hago estas reflexiones desde mi imparcialidad en el conflicto y desde el convencimiento personal de que la pesca sin muerte es una gran herramienta si, además, se lucha adecuadamente contra los factores negativos ya citados. Poner pesca sin muerte, por poner, no va a arreglar prácticamente nada y no mejorará la biodiversidad de nuestros ríos. La línea de acción debe ir encaminada a aplicar soluciones globales. El coto del Xallas, el coto de Pontevea, y otros demuestran que, además de pescar sin muerte, hay que meter el bisturí en esas otras cuestiones de mayor calado. El Xallas lleva 10 años sin muerte y Pontevea 25, y la escasez de truchas en ambos es pareja —o incluso más acusada— a la de otros acotados.

Argumentos como el de atraer turismo… Traigamos a turistas a pescar en el maltrecho Sar y veremos qué cara ponen. E insistir en que en Islandia, Noruega o Alaska se pesca sin muerte es mentira. Se matan salmones. Simplemente se gestiona adecuadamente el recurso con extracción.

Perdemos un tiempo precioso en debatir cómo pescar cuando ese tiempo y esos esfuerzos habría que emplearlos en que la Administración vertebre y formatee la pesca continental para los próximos 30 años desde el diálogo y el entendimiento.

La ley de pesca fluvial y su reglamento están llamados a gestionar la pesca desde el sentido común, sin exclusiones caprichosas y con las bendiciones de la colectividad científica. Desde el 2005 estamos pescando con unas normas de tallas y medidas que no han dado ni un solo fruto positivo y seguimos pescado en contra de la opinión de los científicos.

Tenemos 35.000 kilómetros de ríos y ya va siendo hora de que la pesca —con o sin muerte— no sea un motivo de enfrentamiento y que todos hagamos lo indecible para que esta pasión siga a nuestro alcance, sin exclusiones.

Tiene la Administración la oportunidad y la obligación de gestionar adecuadamente lo público para que la pesca en Galicia sea un motor económico y fuente de sensaciones personales para los miles de aficionados; en esta encrucijada debemos estar todos sin excepciones.

Sentidiño, que hay sitio para todos.