El equipo en el que debutará Mick Schumacher junto al polémico Nikita Mazepin ha presentado su controvertida decoración para 2021, pero no el coche porque está sin acabar
04 mar 2021 . Actualizado a las 16:55 h.Aún no ha dado ni un kilómetro en pista, pero el equipo Haas se está ganando a pulso el título de la escudería más sórdida de la temporada 2021. No tienen ni coche que sacar a pista, de hecho, pero ya solo con su decoración han generado polémica. El nuevo monoplaza de la escuadra con sede en Carolina del Norte ha usado el VF20, el coche del año pasado, para mostrar sus nuevos colores y lo que más llama la atención es que está plagado de banderas rusas. El morro, detalles en el lateral, en el alerón trasero. Nada fuera de lugar si no existiera la prohibición del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS). El dopaje de estado promovido y patrocinado por el gobierno ruso ha hecho que el máximo organismo deportivo prohíba a los competidores en certámenes internacionales inscribirse con licencia de su país y con su bandera. Así, Nikita Mazepin, nuevo piloto de Haas y quien está detrás de esta 'rusificación' del equipo, aparecerá como deportista 'neutral' y en caso de una eventual victoria (algo harto improbable) no escuchará su himno ni se alzará su enseña.
El asunto es que esta prohibición no dice nada de las decoraciones de las equipaciones o, en este caso, de los coches, así que el blanco, azul y rojo de la bandera nacional rusa aparece con orgullo en los coches de Haas que llevarán el citado Mazepin y Mick Schumacher, el hijo del heptacampeón que debutará en Fórmula 1 este año.
Cubierta de abono ruso La crisis financiera del deporte en general, de la Fórmula 1 en particular y de ellos en concreto hizo que a finales de 2020 tuvieran que prescindir de sus dos pilotos, Kevin Magnussen y Romain Grosjean, aduciendo que estos no aportaban un patrocinador lo suficientemente fuerte como para darles beneficios. Sus actuaciones en pista no ayudaban tampoco. Como contraprestación a ser una suerte de 'Ferrari B', aceptaron darle uno de los asientos vacantes a Mick Schumacher, que además de genética aporta el título de campeón de la F2 en 2020. El problema es que este tampoco lleva maletín bajo el brazo y tuvieron que aceptar un matrimonio de conveniencia con uno de los pilotos más polémicos que ha habido en la época reciente.
Nikita es hijo del magnate Dimitry Arkadievich Mazepin, dueño de Uralkali (Uralchem Integrated Chemicals Company), la mayor empresa de fertilizantes químicos del mundo y prácticamente monopolio sobre el nitrato de amonio, el principal abono de uso industrial del planeta. Se estima que su fortuna supera con mucho los 1.000 millones de euros y, entre otras cosas, se ha dedicado a pagarle la carrera a su hijo. A Haas aporta una cantidad estimada superior a los 30 millones por año.
Mazepin tiene como argumento dinero y poco más. Sin ningún título en su palmarés (ni de karting, cuyo mayor éxito fue ser subcampeón), ha ido dejando un reguero de polémicas en todas las categorías en las que ha competido: una pelea con Callum Ilott (hoy probador de Ferrari), acoso sexual en redes sociales a aficionadas, exclusiones de carreras y sanciones por echar a rivales de pista (esta fue su despedida de la F2 en 2020). La última, cuando ya estaba confirmado como piloto de Haas, le ha convertido en el enemigo número 1 de los aficionados en internet.
Bajo la campaña #WeSayNoToMazepin, promovieron la exclusión del piloto de esta temporada después de que saliera a la luz un vídeo, que él mismo había compartido, metiéndole mano a una modelo sin que esta se lo permitiese explícitamente. Su respuesta fue unas disculpas y poco más, y tanto la FIA como la Fórmula 1 se lavaron las manos, descargando la responsabilidad en Haas de un eventual castigo.
¿Qué castigo podía promover el equipo hacia el hombre del que depende económicamente? Mazepin estará el 28 de marzo en la parrilla del Gran Premio de Baréin junto a los otros 19 pilotos que competirán en este 2021. Lo hará con un coche de claro carácter ruso, con la bandera que en teoría no puede usar y sin contar con el apoyo de prácticamente nadie más allá de su padre. Las normas suelen ser mucho más laxas cuando se usa de lubricante el dinero. Aunque huela tan mal como el abono.