
Creo que hay una regla en el teatro. Debe de ser una de esas «reglas no escritas», por eso es imposible encontrarla. Dice algo así como que una función se cancelará si el público presente en la sala no supera un porcentaje del total del elenco. Siento no poder apuntar cuál es exactamente ese porcentaje.
La gente va cada vez menos al teatro. Ya desde antes de la pandemia. Tal vez porque sobra teatro en otras facetas de la vida. El fútbol es un ejemplo. A lo mejor por eso comienza a asumir sus normas.
La Real Sociedad canceló la rueda de prensa de la entrenadora de su equipo femenino, Natalia Arroyo, previa al partido que el equipo disputó contra el Espanyol. No se celebró porque solo había un medio de comunicación presente.
Nada más anunciarse la decisión, ya había dos bandos debatiendo con argumentos construidos en segundos. Por resumir: estaban haciendo ruido los del «no deberían dejar entrar a esos periodistas en las ruedas de prensa del equipo masculino» y los de «el fútbol femenino no le interesa a nadie».
La realidad de las redacciones periodísticas es compleja. Las manos son limitadas y cada vez hay más puntos de actualidad. Todos los equipos quieren un entrecomillado de su entrenador en prensa. Y aunque gana terreno, el fútbol femenino no es todavía la prioridad de los grandes medios. Por hache o por be, pero es así.
La Real tomó esa decisión arriesgándose a desaparecer de las páginas de los periódicos. Supongo que también siendo conscientes de que la polémica hoy en día es una garantía de mayor proyección informativa. Sembraron debate y efectivamente se ha hablado del equipo femenino de la Real, pero no se ha hablado de fútbol femenino.
Supongo que se hará, pero sería lógico premiar al que asistió. «Castigar» al resto es una decisión respetable, supongo.