Tras más de 3 horas y media, Nadal levantó una pelota de partido ante Tsitsipas para ganar su duodécimo título en Barcelona
25 abr 2021 . Actualizado a las 22:56 h.Más de tres horas y media fueron necesarias para que Rafa Nadal ganase por duodécima vez en Barcelona (6-4, 6-7 y 7-5). Tres horas y media de una dura batalla frente a un rival como Tsitsipas, que venía de ganar en Montecarlo y llevaba una racha de victorias que le acredita como el jugador más en forma de la actualidad.
El comienzo de la temporada en tierra de Rafa no fue el habitual en él. Perdió ante Rublev en Mónaco y llegó a la final de Barcelona sin mostrar un gran nivel. La final ante Tsitsipas tras el traspiés de Montecarlo era un termómetro para comprobar su evolución de cara a Roland Garros, el gran objetivo.
El griego es un jugador de extraordinarias condiciones, que une a sus golpes y a su físico una fuerte mentalidad. Es de los que juegan con desparpajo, sin ningún temor frente a Nadal, sea en la superficie que sea. Lo demostró en Australia remontando dos sets a Rafa y, ayer, estuvo a punto de ganarle.
Un año distinto
La pandemia nos ha cambiado la vida a todos y al tenis también. Torneos suspendidos, otros jugados sin público, las exigencias del Open australiano, las burbujas en que han tenido que estar los tenistas. Todo afecta para planificar los entrenamientos y los picos de forma óptima.
Por otra parte, se vive una situación nueva en el circuito, con Federer mucho tiempo ausente por lesión y que, presumiblemente, se mantiene en activo con el objetivo principal de ganar Wimbledon. Djokovic y Rafa, por su parte, con el objetivo de planificar sus calendarios priorizando más que nunca los grand slams.
A la vez hay otra situación nueva, con varios jóvenes, que ya han sido capaces de ganar a los tres mejores, y cada vez son más ambiciosos de cara a impedir que los tres sigan dominando.
La final como termómetro
La final de ayer puede ser un ejemplo de los próximos torneos. Tsitsipas salió a ganar, sin tener en cuenta que jugaba en tierra, en la pista de su rival, la que lleva su nombre y en la que había logrado 11 títulos. Y lo hizo con desparpajo, adelantándose por 3-1 en los dos sets. En el primero tuvo bolas de break para ponerse 4-1, pero Rafa es mucho Rafa, y más en su terreno. Aguantó las embestidas del heleno, y le dio la vuelta al marcador ganando 6-4 el primer set. Se puede decir que el griego no lo hizo mal para perder 4 juegos seguidos. La explicación está en que Rafa, a pesar de su pobre porcentaje con su primer saque, no solo aguantó a Tsitsipas, sino que lo superó, con un revés impecable y una derecha demoledora.
La cumbre del segundo set
El segundo set fue de altibajos. El juego de ambos se basaba en no dejar la iniciativa al contrario y dominar hasta cerrar el punto. El griego volvió a adelantarse por 3-1, pero Rafa reaccionó hasta ponerse 5-4 y disponer de dos bolas de campeonato. En esos momentos decisivos fue cuando vimos los mejores puntos. Stefanos no se arrugó, y con la firmeza y experiencia que atesora a pesar de su juventud, remontó y se hizo con el set en el tie-break.
Calidad y drama en el tercero
El tercer set fue en el que los jugadores ganaron con más facilidad sus servicios y —como en el segundo— las mejores jugadas, los mejores golpes y también los mayores errores se vivieron en los juegos definitivos. Rafa pudo ganar el partido en dos sets, y Tsitsipas tuvo la ocasión de ganarlo en tres, pero al final el español lo sacó adelante tras más de tres horas y media de duros intercambios, que aparte de aumentar su increíble palmarés en Barcelona, le da mucha confianza cara a su estado de forma para enfrentarse a los jóvenes rivales, de los que el heleno es uno de los mejores representantes.
Se esperaba a priori un ataque del drive de Rafa, alto y con peso, sobre el revés a una mano de Tsitsipas, pero el griego al igual que en los últimos partidos de Federer, ha aprendido a entrarle a la bola antes y Rafa tuvo que variar mucho más el juego. La verdad es que la versión del balear en estos últimos años, puede que no sea tan ágil, pero tanto en la velocidad de su saque, como en la variedad y el ritmo de su revés, supera a la de sus mejores años.
Candidato al número 1
Tsitsipas lo tiene todo. Ha mejorado en el control de su carácter y su ansiedad, que antes lastraban la brillantez de su juego. Si acaso, ayer sacó peor y falló dos voleas fáciles en momentos decisivos. Sin duda puede alcanzar el nº 1 en el futuro.
La final fue un buen partido disputado a un alto ritmo de juego, pleno de emoción e incertidumbre, pero en muchos momentos primó la monotonía, con exceso de peloteos previsibles, a diferencia de los últimos momentos del segundo y tercer set, en los que hubo variedad: dejadas, subidas a la red, voleas... Todo lo que satisfizo a un público volcado durante todo el partido con el español, pero que dedicó al final una interminable ovación al griego por el gran nivel y la deportividad ejemplar que desgraciadamente no es lo que se ve últimamente en el tenis, donde rompen raquetas entre otros el propio Djokovic, sin que la ATP tome las medidas necesarias.
Una faceta en la que orgullosamente podremos decir que el español es el número uno indiscutible. Respecto a los resultados tenísticos, se avecina un año apasionante. Rafa demuestra que está listo para afrontar todos los desafíos que se presenten rumbo a su primer gran objetivo: ganar Roland Garros.