Villarreal y Lille destronaron a los todopoderosos a base de trabajo bien hecho
28 may 2021 . Actualizado a las 10:02 h.El fútbol sigue brindando acontecimientos que invitan al optimismo. A no pensar que todo se decide entre unos pocos. Aunque los grandes incidan en Superligas, los «pequeños» sacan pecho para demostrar que ellos están ahí. Destronando a los históricos. A los poderosos. Es el milagro del fútbol. Un deporte que se decide sobre el verde, y en el que aunque cada vez importe más la cartera, el talento sobre el césped es que el acaba inclinando la balanza.
Uno de esos milagros ocurrió con el Leicester de Claudio Ranieri en el 2016. La temporada anterior, el conjunto inglés salvó la categoría cuando parecía un desahucio cantado. Con la llegada del italiano al banquillo al año siguiente, el objetivo fue modesto: mejorar el decimocuarto puesto del curso pasado. Pero las cosas comenzaron a funcionar y el Leicester culminó un año mágico para hacer realidad lo que parecía un imposible: lograr ser campeón de la Premier League.
El mundo del fútbol sigue guardando sorpresas para los románticos. Esas que hacen seguir creyendo en este deporte. Uno de los ejemplos el caso del Lille, imponiéndose campeón de la Ligue 1 o la entrada del Villarreal en la aristocracia del continente. Dos pequeñas localidades que han dado un Do de pecho en el fútbol europeo. De hecho, el pueblo de Vila-real, con poco más de 50.000 habitantes, se ha convertido en la localidad más pequeña con un equipo campeón en un torneo europeo.
Quizás sería injusto reducir lo conseguido a un milagro, pero lo cierto es que el submarino amarillo no pisó Segunda B hasta la temporada 87-88, para volver a Tercera tres años después.
La llegada de Fernando Roig a la presidencia hace un cuarto de siglo lo cambió todo. Su idea era fraguar un proyecto a largo plazo, con el objetivo del ascenso a Primera, la construcción de una ciudad deportiva y el desarrollo de una cantera vital en el futuro. Convertirse en campeón de Europa League no es más que el broche a una trayectoria que comenzó por mantenerse en Segunda División y sanear unas cuentas muy debilitadas.
Pero también vivió otras noches históricas que no acabaron en sonrisa. Más bien en lágrimas. Aquella del 2006 en la que Riquelme falló un penalti que dejó al Villarreal sin el billete a la final de la Champions. O en el 2011-12, cuando descendió a Segunda. El golpe en aquel momento fue duro, pero también clave para cimentar el club. Fernando Roig vendió parte de sus acciones en Mercadona para invertir ese dinero en el club y paliar así la falta de ingresos por derechos en televisión. Comenzó la creación de un equipo de cantera a la vez que invertía en grandes jugadores. A pesar de las pobres condiciones de partida, hoy su base acumula 220 chicos, a ella se destinan alrededor de 3 millones de presupuesto.
Además, no ficha por fichar. Genera jugadores de la casa, como el caso de Pau Torres, los convierte en estrellas y los revaloriza, como Gerard Moreno o bien adquiere jugadores que ya sean un valor seguro. Bajo estas tres premisas ha logrado el éxito.
La pequeña gran revolución del norte de Francia
La mayor sorpresa de la temporada surgió en una ciudad del norte de Francia. Con 232.000 habitantes, diez mil menos que A Coruña y haciendo frontera con Bélgica, el Lille se aupó con el título de Liga por encima del todopoderoso PSG. Pero la gesta, más que milagro, es la consecuencia del trabajo bien hecho. Campeones de liga por quinta vez, hacía diez años que no lo lograban. El técnico Christophe Galtier pasará a la historia como el arquitecto inesperado que hizo morder el polvo al coloso parisino.
Con 120 millones de presupuesto, cuatro veces menos que el PSG, el logro del Lille nació de la mano de dos hombres que ya no están en el club: el luxemburgués de origen gallego Gerard López y que ocupó el sillón de presidente y su mano derecha, el portugués Luis Campos, responsable de la dirección deportiva. Ellos apostaron por el técnico cuando las cosas con Marcelo Bielsa ya no iban bien.
De la fusión entre el Olympique Lillois y el SC Fives nació el Lille en la década de los 40. En sus vitrinas despobladas solo figuran cuatro campeonatos de liga y una Copa. Tres de los títulos ligueros son en blanco y negro y el último, antes de la lograda esta temporada, data del 2011 cuando también alzaron la Copa, y Eden Hazard militaba en sus filas.
Su receta ha sido mezclar la unión de los jugadores con una equipo que combina a la perfección veteranía y futuras promesas. El Lille cuenta con la plantilla más joven de la liga y solo dio minutos a 21 jugadores esta temporada. Otra de las claves de su éxito es también su dominio del mercado. Comprar talento joven con potencial para luego venderlo e invertir sus ganancias de nuevo en promesas. A pesar de que el modelo de club le ha dado rédito deportivo, continúa arrastrado una gran deuda que acabó con la venta del club el pasado mes de diciembre. Gerard López, dueño también de la escudería Lotus en la fórmula 1, vendió sus participaciones a un fondo y ahora es Olivier Létang el que ostenta el cargo de presidente. Entre sus tareas más próximas está la de buscar un nuevo inquilino para el banquillo tras la marcha de Galtier. El objetivo, seguir plantando cara a los grandes.