Después de varios partidos de mentira, España se desató contra Croacia en una tarde terrible de drama y épica. El cruce de octavos fue de los que reconcilian con un fútbol que en la Liga parece secuestrado por las faltas y los miedos, pero la goleada encierra varios partidos diferentes.
En el primero Croacia pareció una banda. En realidad no lo es, porque tiene varios peloteros que, en mayor o menor medida, están dotados para hacer algo más que el papelón al que les envió su seleccionador contra España. Poner a Modric a correr detrás del balón durante 45 minutos debería ser motivo de destitución inmediata. Quizá Zlatko Dalic pensó que, si el plan le había funcionado a Suecia y a Polonia, por qué no intentar que la selección española se diese ella sola un tiro en el pie en alguna situación sencilla. Y se lo dio. A nadie que siga al Athletic le pareció extraña la pifia de Unai Simón, porque así construye su carrera el portero elegido por Luis Enrique.
Perpetrado el ridículo, España ofreció después una reacción solvente con el marcador en contra. Una versión decente que no invitaba a soñar, pero que suponía un paso al frente respecto a la primera fase.
Aunque a una selección a la que hasta ahora le costaba enfrentarse a rivales colgados del larguero se le apagaron las luces para gestionar un favorable 1-3. España se dejó revolcar de una forma incomprensible en un cuarto de hora deslavazado que le castigó a la prórroga.
El mérito de esta selección imprevisible, que lo mismo provoca bostezos que sacude a Croacia con cinco goles, fue levantarse otra vez en la prórroga. Y, entonces sí, la pizarra que sacó Luis Enrique en el descanso del tiempo añadido mató el partido con una lección de orden.
Cuesta todavía creerse del todo a esta selección, pero ha dado un paso al frente. Juega con unas ganas que remiten a los infaustos tiempos de la furia española, y es mal síntoma que la garra —que la puede tener cualquiera— sea la principal seña de identidad de un equipo. Pero ya está en cuartos de la Eurocopa. Y, como selección mediana que parecía al empezar el campeonato, le puede ir bien jugar ahora contra rivales que por fin le discutan la posesión desde el principio de los partidos y le quiten algo de responsabilidad a un once bisoño. Después de una tarde desatada, una locura de partido.