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Lionel Messi tiene una parte enigmática. Apenas se prodiga en los medios de comunicación, tampoco es de los que retransmite su vida a través de las redes sociales. Y todo eso a pesar de que las contadas ocasiones en que concede entrevistas, se maneja bien en el uso de la palabra y emite una imagen positiva.
Con el balón en los pies es un genio que acaba de sacarse de encima la mochila de no conseguir títulos con su selección. En el Barça, rodeado por una generación absolutamente extraordinaria de futbolistas, lo ha ganado ya todo.
Lo cierto es que con la camiseta azulgrana siempre ha sido un abanderado, desde la famosa firma del primer compromiso en una servilleta, en una reunión a la que asistieron Carles Rexach, el intermediario y socio del Barcelona Josep María Minguella y Horacio Gaggioli. Fue un 14 de diciembre del año 2000. El chaval tenía 13 años. Firmó su primer contrato profesional tras alcanzar la mayoría de edad. Tres meses más tarde ya le mejoraron las condiciones. Y hubo otras seis renovaciones o ampliaciones hasta que en el 2017 se comprometió por cuatro temporadas y más de 500 millones de euros.
Hace un año, llevado por sus malas relaciones con el anterior presidente, se movió para cambiar de aires. Le obligaron a cumplir el curso que le quedaba y ahora, de nuevo con Laporta al volante, se apresta a rubricar el que probablemente será su último, o penúltimo, compromiso con el conjunto azulgrana, haciendo ambas partes un ejercicio de ingeniería financiera para encajar el monto.
Más allá de debates respecto a si son obscenas las cantidades que se manejan, e incluso más allá de evaluar si compensa un gran desembolso por un jugador que ya tiene 34 años, suena bonito que esa relación que empezaron el Barcelona y Lionel Messi con el cambio de siglo perdure en el tiempo y lleve camino de no romperse nunca. Maldini y Baresi en el Milán, Puyol en el propio Barça, Ryan Giggs en el Manchester, Julen Guerrero en el Athletic de Bilbao... Son jugadores que solo vistieron una camiseta en el fútbol profesional. Y no hay muchos ejemplos de primeros espadas que siempre hayan sido fieles a unos colores. Si Messi no se retirase en el Barça, no podría estar en esa lista. Y no sería lo mismo. Ahí están casos como los de Raúl o Casillas.
En el fútbol, a menudo, impera aquello de que entre el honor y el dinero lo segundo es lo primero. No renueva gratis, pero esta vez hay algo de romanticismo.