«Leyenda me suena demasiado grande, no lo asocio a mí», indica sobre su hito
03 ago 2021 . Actualizado a las 07:27 h.Teresa Portela (Cangas, 1982) tiene la virtud de revestir de normalidad lo extraordinario. Por eso, a unas horas de hacer historia como la única española que compita en seis Juegos Olímpicos, transmite tanta calma. En Japón le acompaña su marido y expalista olímpico, David Mascato, a los que aguarda su hija Naira en Galicia a la vuelta de Japón. La semana pasada entrenó con todo el equipo español en Kyotango (Kioto), y ahora apura la puesta a punto definitiva en la capital del país para debutar el lunes en la serie de K1 200. «Nos vino bien la concentración. En Tokio no nos permitían usar la pista mientras compitiesen allí los remeros. Kyotango estuvo muy bien: el hotel, muy próximo a las instalaciones para entrenar, y la pista, con sistemas de salida, el gimnasio y unas atenciones espectaculares. Madrugamos, desayunamos a las seis para que no se levantase el viento luego y así teníamos sesiones de calidad», explica.
—¿Pasaron mucho calor?
—En Kyotango tuvimos calor, sí. Los entrenamientos se hacen duros, pero es lo único que hicimos: íbamos del entrenamiento a la habitación, ducha y poco más. Descansamos todo el día. Ahora en la villa es diferente.
—¿Cómo se preparó para el calor de Tokio antes de viajar?
—Sabía que iba a haber calor y humedad. Pero en mi día a día, por mi vida y mi familia, no suelo cambiar cosas, y además no es lo mismo una prueba de horas, como tienen otros, que la mía, que dura 39 segundos. Aquí no hago más que echarme agua por encima, pero está caliente y no alivia mucho. Intento hacer entrenamientos de calidad y estar a gusto. En el Mundial del 2019 en Szeged, en Hungría, hizo muchísimo calor también. Eres consciente de lo que va a haber, lo aceptas y ya está. Hay que adaptarse a lo que venga.
—Esta vez, al disputar sus sextos Juegos, más que ninguna otra española, ya ha ganado antes de empezar.
—Yo me siento ganadora en la vida. Me siento una privilegiada, y muy contenta por llegar aquí. Vivo un sueño que es más de lo que hubiese imaginado nunca. Vivo algo tan grande, los sextos Juegos, que ni se me había ocurrido. Los afronto como los primeros, con tranquilidad, con emoción, con ganas de competir y verme ahí respecto a las demás.
—No será tan idéntico a cuando tenía 18 años en Sídney.
—Con 18 años, pensaría diferente, sí. Ahora disfruto de mi día a día, y no solo lo focalizo en el de competir, que pasa volando, sino en el proceso. Continuar en la élite es un premio enorme. Visto así, ya me siento ganadora, pero quiero que todo el trabajo de estos años duros ahora se vea reflejado. El objetivo es estar feliz cuando salga del agua, que pueda decir: lo di todo y me vacié.
—¿Es consciente de que se convierte en una leyenda del olimpismo español?
—Lo de leyenda me suena demasiado grande, no lo asocio a mí. Es verdad que ninguna española disputó seis Juegos, pero yo qué sé. Es difícil mantener un nivel tantos años, estar evolucionando, enfrentarte a rivales de todas las edades... Cambian los barcos, te intentas adaptar y estar ahí durante más de 20 años para mí es un logro enorme, un gran premio, al sobreponerme a tantas cosas. Resulta difícil gestionar tan diferentes situaciones, y aprender. Porque no todos los días encuentras caminos de rosas en este deporte. Vas palada a palada y el trabajo siempre tiene recompensa; la mía es la sexta participación olímpica.
—Competirán con calor en una pista de agua salada, ¿le gustan estas condiciones?
—Es lo que hay, como el viento, que si es frontal o lateral, o como la ola... Me da igual. Yo entreno en agua dulce siempre, sea en el río [Lérez] o en Verducido. Solo a veces salgo en Aldán o el Grove en agua salada, bien plato, o normalmente con olita. Así que me sé manejar tanto en un sitio como en el otro. Si el mar está movido, que al menos podamos remar para que gane la mejor, no la más habilidosa. Solo quiero no estar pendiente de mantener el equilibrio como en Sídney [en el 2000], donde parecía que había un maremoto. Y, sí, lo normal es que el viento sople a favor y del lado derecho. Y en mi anterior competición en la pista de Tokio, había ola en la zona de fuera, pero no en la pista, donde se podía palear perfectamente.
—Estará contenta si hace una buena regata, sin más, pero, ¿para qué se siente lista? En el último Mundial fue bronce.
—Somos muchas a tener en cuenta, y las que acabaron detrás pudieron quedarse por centímetros. Y luego aparece gente que estuvo más desaparecida en el ciclo olímpico. Es todo incertidumbre.
«Mi hija al despedirse me dijo: ‘Qué suerte, que tú sí viajas, pásalo bien’»
Esta vez Portela viajó a Japón con su marido, David Mascato, como fisioterapeuta del equipo español. Pero no lo hizo su hija Naira, de 7 años de edad, que sí se desplazó a otras muchas competiciones. «Ella creía que iba a venir, porque ya había estado aquí en Tokio en el 2019 conmigo, y se llevó una desilusión porque le gustaba cuando estuvimos aquí. Pero los niños aceptan las cosas y se adaptan a todo mejor que nadie. Así que Naira al despedirse me dijo: ‘Qué suerte que tú sí vas a Tokio, pásalo bien’».
—A estos Juegos de nuevo iban a venir sus padres, que ya tenían los billetes comprados hace años. Pero Japón se cerró.
—Iban a venir con el grupo de amigos con el que siempre viajan. Les hacía muchísima ilusión vivir estos Juegos de cerca, les parece un regalazo, porque el ambiente es diferente al de un Mundial o de cualquier campeonato. Yo lo siento por ellos, que se quedan sin disfrutar de conocer otro país, vivir el ambiente... Son sus vacaciones y su momento de disfrute. Tampoco hay público, que es otra parte preciosa de los Juegos, pero al menos se celebran. Al final yo compito y estoy centrada en mí. No quiero distracciones, solo volcarme en los entrenamientos, los horarios, el calentamiento...